Fisker prometía ser la nueva Tesla gracias, en parte, al esperado lanzamiento de su primer SUV 100% eléctrico, el Ocean. Curiosamente, la marca decidió comenzar con las ventas y entregas en Europa, adelantándose así al mercado estadounidense, su región de origen. Sin embargo, esta estrategia no ha terminado de cuajar, ya que el pasado 2023 tuvieron que rebajar sus expectativas y objetivos de producción y entregas de coches hasta en cuatro ocasiones.
Los datos completos del pasado ejercicio apuntan a que Fisker fabricó alrededor de 10.000 unidades del Ocean, mientras que las entregas a clientes fueron menos de la mitad de ellas (4.700 coches). Unas cifras muy bajas si se comparan con los pronósticos iniciales, donde esperaban producir 42.000 Ocean en 2023. Pero, ¿a qué se debe esta baja relación entre objetivos, producción y entregas?
Fisker no alcanza sus metas en 2023
Según apuntan desde Reuters, uno de los motivos para esta caída habría sido la dificultad que ha encontrado la marca en su enfoque de ventas directas frente a la estrategia de concesionarios al uso, algo que ya están estudiando modificar. De hecho, en regiones como Europa, Estados Unidos y Canadá, ya han contactado con más de 100 cadenas de concesionarios para llevar a cabo tal tarea. En cualquier caso, este es un trámite que apenas acaban de iniciar, por lo que, hasta que estén totalmente operativos, pueden pasar muchos meses. Un tiempo sustancial para una marca que acaba de empezar su trayectoria comercial.
En cualquier caso, aunque vendan coches eléctricos a través de concesionarios, la marca seguirá conservando de forma paralela su venta directa a través de internet. Henrik Fisker, CEO y fundador de la compañía, afirmó hace apenas unos días a Automotive News que la decisión de ofrecer franquicias a los concesionarios dependerá de la rapidez con la que la empresa pueda expandirse.
Otro de los problemas que ha tenido Fisker para no poder fabricar y entregar sus coches eléctricos a clientes han sido los inconvenientes con la cadena de suministro de ciertos componentes. Esto ha hecho que la marca norteamericana tenga que incrementar los plazos y la estimación prevista para su factoría.
Esto ha sido un serio problema para Fisker, ya que todos los coches fabricados están asignados. Es decir, no producen para stock, sino bajo pedidos explícitos. Debido al retraso, han corrido el riesgo de que algunos clientes decidieran cancelar sus pedidos, poniendo así en jaque a la economía de la propia empresa. Los coches no entregados tienen a día de hoy un valor de 290 millones de dólares.
No obstante, pese a este duro 2023, Fisker ha solucionado ya la práctica totalidad de inconvenientes y problemas sufridos en el pasado ejercicio (a falta del apartado de los concesionarios). Por ello, esperan que los modelos no entregados durante el cuarto trimestre de 2023 puedan ser matriculados en el primer trimestre de 2024, compensando así los números negativos y llegando a los objetivos propuestos a mediados del presente año.