Que los nuevos aranceles a los coches eléctricos chinos que Europa aplica desde el 5 de julio iban a dar mucho que hablar, eso es algo que se podía esperar. Y hay países miembros de la Unión Europa que están empezando a sentir la presión de China, pues amenaza con una guerra comercial como respuesta a la maniobra llevada a cabo por Bruselas en la industria del automóvil.
La amenaza es real, y afectaría a varios sectores que nada tienen que ver como el campo de la automoción, pero sí con negociados muy importantes entre Europa y China, en los que territorios como España y Alemania acabarían especialmente mal parados.
China ya ha avisado de sus intenciones
Las autoridades chinas ya se han encargado de mantener reuniones con los líderes europeos para avisar de lo que sucederá si se acaba votando la permanencia de los aranceles a los vehículos del país asiático que quieran comercializarse en Europa.
Unas tasas que se pusieron en marcha el pasado mes de julio, y que son de entre el 17,4% y el 36,3%, esta última cifra fijada hace apenas unas semanas, y como rebaja del 37,6% extra de tasas (pues se suman al 10% genérico que ya se aplicaba) que hasta entonces tenían que pagar fabricantes como SAIC.
El Gobierno chino claramente está presionando a los países con mayor interés comercial en China para que voten en contra de los nuevos aranceles, algo que podría suceder el 25 de septiembre, y momento decisivo para que se decida si estas tasas de importación de reciente puesta en marcha se modifican, se mantienen o se eliminan.
De ahí el interés de las autoridades asiáticas por poner las cosas sobre la mesa de los dirigentes de algunos miembros que votarán esto, y ya ha dejado claro que la entrada a China de coches fabricados en Alemania, así como de los productos españoles de la industria porcina, se revisarán para una posible subida de los aranceles actuales.
La leche y el queso español están en riesgo
Unas represalias ante lo que ha hecho Bruselas con los vehículos chinos, a las que también se sumaría la investigación de los productos lácteos con origen Europa y destino China. Y en este caso España también es uno de los interesados en evitar una guerra comercial en dicha industria.
Esta maniobra ha llevado a Europa a denunciar ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), acusando a China de una maniobra que sería ilegal, pues no responde a ningún tipo de indicio, como sí ocurrió con la investigación de los vehículos eléctricos llegados de China, concluyendo que se dieron subvenciones públicas por encima de lo que se considera una competencia leal.
Por ver quedá la votación en Europa, que posiblemente desencadenará en extender los aranceles a los coches chinos durante cinco años más, y las respuestas comerciales que finalmente aprueba China, cuyos líderes han asegurado que esperarán a la decisión final de Bruselas antes de emprender 'represalias'.