Donald Trump es un político, cuando menos, imprevisible. Y no hablamos de los vaivenes en la aplicación de aranceles a México, Canadá o a la UE. El último caso que demuestra esta cuestión está relacionado con su amigo Elon Musk, el CEO de Tesla. Y que el presidente de Estados Unidos se acaba de comprar un Tesla Model S Plaid para apoyar a su amigo, pero no va a poder conducirlo.
Las polémicas declaraciones y acciones de Elon Musk, como su apoyo a un partido de extrema derecha en Alemania, han hecho que las ventas de Tesla desciendan abruptamente en todo el mundo.
Pero en EE.UU., los citados actos más sus actuaciones al frente del Departamento de Eficiencia del Gobierno norteamericano o DOGE, en el que ocupa un puesto de responsabilidad; han desembocado incluso en numerosas protestas de activistas frente a concesionarios de Tesla.

Unas manifestaciones que han ido in crescendo en los últimos días y de las que el propio Elon Musk no ha dudado en culpar al Partido Demócrata.
Un Tesla Model S Plaid para defender a Elon Musk
Y, ante esa situación, su amigo Donald Trump tardó muy poco en acudir en ayuda de Elon Musk. Lo hizo hace unos días mediante unas declaraciones recogidas por Reuters en las que tildaba a los manifestantes como culpables de “terrorismo doméstico” y les prometía que “pasarían por un infierno”.
De esta forma, Donald Trump, y pese a su conocida animadversión a los coches eléctricos, llegó a asegurar en su red social Truth que se “compraría un Tesla mañana mismo”

Dicho y hecho. Durante la tarde de ayer Elon Musk convirtió una zona de la Casa Blanca en una exposición de modelos de Tesla para que Donald Trump pudiera elegir el que más le gustara. Y el presidente elegió un Tesla Model S Plaid en color rojo.
Houston, tenemos un problema: Donald Trump no puede conducir ese Tesla
Pero tras esta operación de lavado de imagen hacia Elon Musk, que acompaño a Trump durante la elección de su Tesla, existe un gran problema.
Más allá de que a Donald Trump no le gusten los coches eléctricos; el hecho es que el presidente de los EE.UU. no va a poder conducir su nuevo Tesla. Al menos, mientras dure su mandato y en carretera abierta.

En Estados Unidos y, especialmente tras el asesinato de John F. Kennedy en 1963, el Servicio Secreto prohíbe tanto al presidente como al vicepresidente del Ejecutivo conducir vehículos en carreteras abiertas, aunque sí pueden hacerlo si circulan por propiedades privadas.
Pero, en carretera abierta, tanto el primer mandatario de la nación como el segundo al cargo únicamente pueden viajar en un vehículo -cómo máximo, en el asiento del copiloto- que sea conducido por un agente del Servicio Secreto, y sólo si este ha recibido entrenamiento en maniobras evasivas de conducción.