A menudo solemos pensar que la electricidad acaba de hacer incursión en la industria, pero lo cierto es que lleva presente en los planes de los grandes fabricantes como energía alternativa a los combustibles fósiles más años de lo que muchos se atreverían a pensar. Prueba de ello es el protagonista de este artículo, el Volkswagen Golf City Stromer, un Golf de primera generación que se vio convertido en un coche eléctrico.
Aunque los primeros hitos históricos con coches eléctricos como protagonistas sucedieran a principios del Siglo XX, lo cierto es que los coches eléctricos que fueron clave en el porvenir de la electricidad en la industria del automóvil llegaron más tarde, siendo cinco de ellos especialmente esenciales.
Corría el final de los años 70 cuando en los despachos de Volkswagen ya se coqueteaba con la posibilidad de lanzar un modelo electrificado en su totalidad. El primero de ellos no fue el protagonista de este artículo (a él le dedicamos un artículo en profundidad más adelante) pero sin duda resulta el más llamativo de ambos, ya que en plena irrupción del Volkswagen ID.3 en el segmento de los compactos eléctricos, cabe destacar el auténtico precursor del primer integrante de la familia ID. tuvo lugar hace más de 40 años.
Volkswagen Golf City Stromer.
En esencia, el Volkswagen Golf City Stromer era un Golf de primera generación al que se había extraído su esquema térmico para ser sustituido por uno completamente eléctrico, y ya por aquel entonces los ingenieros de Volkswagen supieron dotar al primer Golf eléctrico de, por ejemplo, una parrilla ciega para mejorar la eficiencia energética del compacto a través de un frontal completamente carenado.
En los Golf reconvertidos a eléctricos se eliminó cualquier atisbo térmico de sus entrañas, y para alojar el paquete de baterías en posición central-trasera fue eliminada la segunda fila de asientos, mientras que el motor eléctrico se ubicó sobre el eje frontal.
Hoy en día lo más habitual en coches eléctricos de producción es encontrar baterías compuestas por celdas de iones de litio, pero por aquel entonces la mejor opción disponible a mano de los ingenieros a cargo del proyecto fueron baterías de plomo-ácido. Se trataba de una solución que pasaba por equipar diez paquetes de batería distintos que conseguían sumar una capacidad total de 11,4 kWh. Gracias a ello el Volkswagen Golf City Stromer era capaz de promediar autonomías de entre 50 y 60 kilómetros con una sola carga. Tal vez la relación entre capacidad de baterías y autonomía, en base a la autonomía total de un híbrido enchufable moderno, parece no haber avanzado demasiado, pero si tenemos en cuenta que el esquema eléctrico hacía que el coche pesara 700 kilos más que el modelo térmico, la densidad energética invita a razonar de otra manera.
Baterías y motor eléctrico del Volkswagen Golf City Stromer.
Su motor eléctrico rendía 30 CV y llevaba al Golf eléctrico de primera generación a alcanzar 60 kilómetros por hora de velocidad punta, aunque para alcanzar los 30 por hora se tomaba 13 segundos. Para poner las cifras en contexto, un Golf de 1,1 litros de cilindrada de la época alcanzaba 140 kilómetros por hora y aceleraba desde parado hasta los cien en 16,8 segundos.
Aún con estas cifras, cabe destacar que por aquel entonces el Golf City Stromer no fue considerado como un fracaso. Las razones por las que se experimentó con esta serie de coches eléctricos es que el Golf estaba triunfando a nivel de ventas en todos los países del marco europeo, y era el escaparate perfecto para demostrar lo que la firma alemana era capaz de hacer. Para ello, y en apenas un par de años desde que se inició la comercialización del Golf de primera generación, Volkswagen fabricó un total de 25 unidades del Golf City Stromer en colaboración con la empresa alemana RWE.
Volkswagen Golf eléctrico de tercera generación, el único de los tres primeros que hizo incursión en producción.
La segunda y tercera generación del Golf también tuvieron sendas versiones eléctricas con tiradas de mayor volumen, con 70 y 120 unidades respectivamente. La segunda generación recurrió a exactamente el mismo esquema eléctrico que la primera, mientras que para la tercera se dio el salto a un mayor paquete de baterías, de 17,2 kWh, que en ciudad le permitían recorrer hasta 140 kilómetros con una carga.
Aunque llegaron a ponerse en circulación legalmente las dos primeras generaciones, la única que se llegó a comercializar formalmente fue la tercera generación, de las que, según Top Gear, aún en 2017 había 50 en manos de propietarios.
Estos Golf eran unos coches eléctricos adelantados a su tiempo, laboratorios de pruebas rodantes que probaban una tecnología que, por entonces, el Gobierno alemán concluyó que no era adecuada para sus habitantes, pero que hoy día está haciendo que la industria se encuentre en un punto de inflexión.