Cuando uno alcanza el nivel de fama y reconocimiento internacional que hoy ostenta Elon Musk es imposible no generar detractores y críticos que aprovechan cada mínimo paso para atacar al personaje. Si bien Musk no parece estar afectado por las críticas, puede que su compañía sí que lo haga. Por todo Estados Unidos empiezan a sucederse protestas y concentraciones frente a las puertas de los concesionarios de Tesla, mientras que los accionistas empiezan a maniobrar para despedir a Elon Musk de su propia empresa. Por si esto no fuera suficiente, China responde a las maniobras políticas con un duro varapalo para los intereses tecnológicos de la compañía.
No es ningún secreto que Elon Musk quiere convertir a Tesla en algo más que un mero fabricante de coches eléctricos. El empresario americano quiere que Tesla se convierta en un gigante tecnológico. Una empresa que suministre tecnología a otros fabricantes, principalmente relacionada con la conducción autónoma. Actualmente, el paquete FSD (Full Self Driving) recopila la información de millones de conductores en todo el mundo. Una información que resulta crucial para tejer las redes neuronales de los complejos y avanzados sistemas de conducción autónoma que se están desarrollando en Texas.
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China, Musk y Trump, una guerra a tres bandas por el control mundial
Esa recopilación de datos es esencial, pero para muchos es un modo de control de masas operado por Musk. Varias protestas llevadas a cabo en Estados Unidos claman contra la recopilación de datos por parte de los coches eléctricos de Tesla. Grupos de protesta como Anonymous, aseguran que esto sólo es el principio y animan a todo el mundo a aumentar la presión contra la compañía y su máximo directivo. En el último año, Elon Musk se ha ganado numerosos enemigos en todo el mundo tras la entrada del empresario en la política americana de la mano de Donald Trump. Musk es el encargado de recortar gastos en la administración americana.
También se ha posicionado, por muy ilógico que parezca, en contra de los subsidios federales para la compra de un coche eléctrico. Por este y muchos otros motivos, algunos accionistas ya están tomando posiciones para, en un futuro, despedir a Musk de su propia empresa si la imagen de este afecta a los resultados económicos. Por el momento el precio de las acciones no ha dejado de crecer. Sin embargo, los primeros resultados del año han dejado cierta preocupación en la compañía. Las ventas han caído. En gran medida por la transición comercial del Model Y, pero también porque cada vez más clientes miran a otro lado por las decisiones, declaraciones y actitudes de su CEO.
Mientras tanto, China podría haber tomado como rehén el tan importante paquete FSD de Tesla. El Gobierno, presidido por Xi Jinping, podría tener retenida la aprobación del software de conducción autónoma hasta que el Gobierno de Trump no desista en su política arancelaria en contra del coche eléctrico. Mientras tanto, el resto del mundo asiste impasible a un cambio de rumbo geopolítico que podría, en mayor o menor medida, afectar al mercado mundial. Los rivales de Tesla mantienen la presión comercial con lanzamientos tan interesantes como el del nuevo KIA EV4 que conocimos hace apenas unas horas.