Los coches afectados por la DANA de Valencia se han convertido en imágenes devastadoras tras las recientes inundaciones, con decenas de miles de vehículos apilados en cunetas y calles de pueblos y ciudades. Este escenario dramático pone de relieve la vulnerabilidad de los coches en situaciones de inundación: cuando el nivel del agua supera aproximadamente los 30 o 40 centímetros, dependiendo del peso y la altura, el vehículo flota. Si el agua llega a la parte superior de las ruedas, pueden ser arrastrados con facilidad.
Este desastre ha atrapado a muchos conductores que intentaban salvar sus coches al verlos en peligro, tanto en garajes como en la calle, sin imaginar que el agua aumentaría tan rápidamente. Sin embargo, lo ocurrido en este desastre natural plantea una interrogante interesante: ¿cómo se hubieran comportado los coches eléctricos en un fenómeno meteorológico extremo como este?
La experiencia de Florida y los coches eléctricos en inundaciones
La única experiencia comparable es la catástrofe provocada por los huracanes en el estado de Florida, donde pudieron comprobar los desafíos a los que se enfrentan los vehículos eléctricos en situaciones de inundación.
Es importante mencionar que, desde el punto de vista de la seguridad eléctrica, los coches eléctricos están bien protegidos. Su sistema opera a un voltaje de 300-400 voltios (en algunos 800 V), diseñado para funcionar de manera completamente independiente de otros sistemas del vehículo, garantizando así una mayor seguridad en condiciones extremas.
Por otro lado, las baterías de estos vehículos están herméticamente protegidas en una carcasa generalmente situada en la parte inferior que las aísla eficazmente del agua, reduciendo considerablemente el riesgo de filtraciones. Las baterías están completamente selladas, minimizando el riesgo de electrocución incluso si se sumergen. Los estándares internacionales de protección (denominados IP en la normativa europea EN 60529), que se aplican a los componentes electrónicos, especialmente la batería y el motor, aseguran una alta resistencia frente al agua.
La clasificación IP66, exigida para estos componentes, indica una protección robusta contra el polvo y una resistencia adecuada a chorros de agua. En el caso de una inmersión total, este nivel de protección asegura que los componentes sigan funcionando sin fugas eléctricas. Aun así, existen protocolos de seguridad adicionales en caso de un accidente que dañe la batería o sus conexiones: el sistema del coche bloquea automáticamente el flujo eléctrico, y los bomberos tienen procedimientos especiales para sellar el circuito eléctrico antes de intervenir.
Una demostración de la eficacia de este aislamiento se encontró precisamente en Florida. Allí, un Nissan Leaf que había quedado cubierto completamente de agua fue recuperado con sus baterías intactas y secas. Este ejemplo subraya la fiabilidad de los sistemas de aislamiento de los vehículos eléctricos.
Sin embargo, aunque las baterías pueden mantenerse en buenas condiciones durante una breve inmersión, esto no convierte a los coches eléctricos en sumergibles. Exponer el vehículo a una inundación severa podría dañar otros componentes eléctricos, como el cableado y los motores, lo que podría requerir costosas reparaciones.
Algunos fabricantes, como Tesla, han implementado en sus coches eléctricos la capacidad de flotación temporal, de un par de minutos, lo que le da al conductor y a los ocupantes un tiempo clave para facilitar su salida además de proteger ciertos componentes críticos de una exposición prolongada al agua.
Los coches eléctricos, además, tienen una ventaja sobre los de combustión. Estos dejan de funcionar cuando el agua llega a su tubo de escape ya que actúa como una barrera física que impide que los gases de escape, fundamentales para completar el ciclo de combustión, salgan del motor. Si el agua permanece en contacto con el catalizador, un componente sensible a las temperaturas extremas y a los cambios bruscos de temperatura, durante un tiempo prolongado, puede dañarlo. En el caso de los coches eléctricos, esta situación no ocurre.
Por otro lado, el peso de los coches eléctricos, mayor que el de los vehículos de combustión, ofrece ciertas ventajas en el caso de las inundaciones. Su masa adicional reduce la probabilidad de que floten o sean arrastrados con la misma facilidad que un coche de gasolina. Esto podría haber reducido el número de vehículos desplazados en las calles y cunetas de Valencia.
Riesgos a largo plazo por la corrosión en las baterías
El informe Teardown Study of Flood Damage Electric Vehicles, de la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA) de Estados Unidos, estudia como los problemas que pueden ocurrir después de que el coche ha sido sumergido, especialmente si el agua ha causado daños en la batería o en sus conectores.
La NHTSA analizó el caso del huracán Ian, que afectó a alrededor de 4.000 vehículos eléctricos en el país. De estos, 600 fueron declarados siniestro total, y 36 de ellos se incendiaron días después debido a los daños internos causados por la corrosión.
Aun así, es necesario tener en cuenta las diferencias en el tipo de agua. En Estados Unidos, muchos de los incendios espontáneos en vehículos eléctricos sumergidos ocurrieron en agua salada, que es más corrosiva y agresiva con las conexiones eléctricas. No obstante, en Valencia, el agua era dulce, lo cual podría haber disminuido el impacto corrosivo en los componentes eléctricos de los coches sumergidos.
Recomendaciones de seguridad
Ante esta experiencia, los bomberos en Estados Unidos recomiendan que, en casos de inundación, se estacionen los coches eléctricos alejados de viviendas y otros vehículos para minimizar riesgos. La NHTSA continúa sus investigaciones sobre la respuesta de las baterías de coches eléctricos al agua salada, un tema que sigue siendo objeto de estudio dada la creciente presencia de estos vehículos en zonas propensas a fenómenos meteorológicos extremos.
Tanto los vehículos de combustión como los eléctricos presentan desafíos específicos en situaciones de inundación. La protección estanca de los coches eléctricos minimiza riesgos en escenarios de agua dulce y, en términos de seguridad eléctrica. Pero la exposición prolongada al agua plantea riesgos potenciales de corrosión en las baterías que requieren monitoreo y medidas preventivas en situaciones de emergencia.
En cualquier caso, frente a una situación de inundación, la recomendación es evitar circular por calles anegadas y seguir las instrucciones de protección civil. Aunque los coches eléctricos ofrecen ciertas ventajas frente al agua, la seguridad personal siempre debe ser la prioridad en estos casos, ya que los riesgos para el vehículo pueden ser menores en comparación con los que enfrenta el conductor en una emergencia de este tipo.