Las cosas no son siempre como aparentan. Fisker Automotive ha vivido un sueño a lo largo de los últimos años. La compañía fundada por Henrik Fisker ha cosechado una gran popularidad, dando pasos firmes que han consolidado su imagen internacional. El Ocean ha sido la prueba palpable de ese trabajo. Si bien el coche ha despertado mucho interés en todo el mundo, a la compañía no le salen las cuentas. Suma cientos de millones de gastos y la reserva monetaria está a punto de agotarse. Los problemas se acumulan y esta misma semana Magna Steyr ha detenido la producción del Ocean durante un mínimo de seis semanas. Lo que pone en seria duda la viabilidad de la empresa.
No hace ni un año que Fisker comenzó la etapa de entregas del Ocean, su primer coche de gran volumen. Con miles de reservas en la lista de pedidos, la fábrica de Austria parecía marchar a toda vela con una producción cada vez mayor. Sin embargo, las estimaciones no hacían más que bajar. La compañía parece haber acumulado un gran stock sin vender y esa situación está provocando un desequilibrio financiero que ha causado una situación de debilidad económica. El informe desvelado a la SEC (Security & Exchange Commission) detalla miles de unidades sin vender. Fisker necesita poner en orden ese stock para equilibrar la balanza de pagos.
Fisker busca un bote salvavidas, mientras la empresa pierde parte de su valor
La propia compañía ha reiterado que existen “dudas existenciales” sobre su capacidad para continuar con las operaciones después de no poder cumplir con el pago de intereses de 8,4 millones de dólares del pasado 15 de marzo. La SEC ha otorgado un periodo de gracia de 30 días para realizar el pago antes de entrar en proceso de demora.
A pesar de incumplir con la Hacienda pública, las cuentas oficiales de Fisker especifican que hay dinero en las arcas de la compañía. Actualmente, el efectivo asciende a un total de 120,9 millones de dólares. El problema llega a la hora de revisar el historial de la empresa. Al cierre del año pasado había 325,5 millones en las cuentas, apenas la mitad de lo que había a finales de 2022, 736,5 millones de dólares.
A ese ritmo de pérdidas, la continuidad de la empresa está en duda. Las últimas noticias han provocado una caída agresiva en la cotización de la empresa. Las acciones han perdido gran parte de su valor. Tras llegar a un máximo de 28,5 dólares por título en 2021, actualmente cada acción de Fisker tiene un valor de tan sólo 0,15 dólares con una capitalización bursátil de 81,12 millones de dólares. A día de hoy, la compañía está buscando inversores que sumen capital a la empresa. Muchos rumores apuntan a Nissan como potencial salvadora.
La compañía japonesa podría poner sobre la mesa 400 millones de dólares, aunque por el momento no hay detalles confirmados. Sin embargo, un reciente acuerdo de entendimiento con Honda podría poner en jaque la salvación de Fisker. Nissan quiere asociarse con su rival para desarrollar coches eléctricos y resultaría muy raro un movimiento a dos bandas.
Mientras tanto, en los despachos de Fisker cunde la preocupación. Expertos en quiebras ya han llegado a las oficinas generales con el negro propósito de prepararse para la peor de las situaciones. Sería un triste final para una marca que estaba llamada a revolucionar el mercado con sus productos.