Jaguar-Land Rover está sumergida en un proceso de transformación radical. La compañía inglesa sabe que ahora más que nunca tiene que tomar decisiones importantes si no quiere caer en el más absoluto olvido. Jaguar está en una posición más delicada. Sin lanzamientos importantes en los últimos años, los de Coventry han jugado todas sus posibilidades de supervivencia a una sola carta, el coche eléctrico. En cambio, Land Rover tiene una estrategia más variada y mejor asentada. No renuncian a la electricidad, todo lo contrario. Están haciendo grandes esfuerzos para que su primer coche eléctrico, el Range Rover EV, despunte por su eficiencia y características.
Fue hace ya un año cuando los ingleses desvelaron sus intenciones. El Range Rover, el rey de los todoterreno de lujo y uno de los mejores coches del mundo en la actualidad, iba a tener una versión 100% eléctrica. El reto parece sencillo, pero para nada lo es. El cliente habitual de un Range Rover exige lo mejor de lo mejor, y a diferencia de otras apuestas basadas en el lujo como el Rolls-Royce Spectre, el Range debe cumplir tan bien dentro como fuera del asfalto, además de ofrecer una gran autonomía y de ser un coche extremadamente cómodo y bien hecho. Como ya hemos dicho, el objetivo no es nada sencillo.
La Inteligencia Artificial al servicio de los coches eléctricos
Land Rover se ha rodeado de los mejores expertos en la materia y ya a finales del año pasado iniciaron un proceso de destape que concluirá el año que viene con el lanzamiento definitivo. La autonomía rondará los 600 kilómetros para la más eficiente de las versiones. Para extender el rango, los ingenieros han optado por reducir el peso del conjunto, por ofrecer mecánicas más ahorradoras y por integrar un software que por sí sólo es capaz de aumentar la autonomía en un 10%, mientras que es capaz de extender la vida útil de esta en un 30%. Un software desarrollado por Elysia, compañía que deriva de la antigua división de ingeniería avanzada de Williams, uno de los más laureados equipos de Fórmula 1.
El sistema informático es capaz de analizar de forma precisa el estado de cada una de las celdas que conforman la batería, lo que se traduce en una mejor imagen del estado general de la pila. Una mayor precisión en el estado de la carga permite estirar al máximo la autonomía de un coche eléctrico sin que este deje tirado a su conductor a un lado de la carretera. El software de última generación emplea inteligencia artificial y seis algoritmos patentados que, como última ventaja, también permiten acelerar el proceso de carga significativamente.
Los fabricantes siempre guardan una cierta reserva en la batería para evitar problemas. Eso quiere decir que cuando un coche eléctrico marca una autonomía de 0 kilómetros, todavía restan unos cuantos kWh en la pila a modo de seguridad. El software de Elysia aprovecha mucho mejor esa reserva de energía de emergencia gracias a una mayor vigilancia del estado de la carga. Todavía queda mucho trabajo por delante. Los próximos meses se antojan esenciales para el desarrollo de un coche que ya puede considerarse de éxito. Hace tiempo que Land Rover abrió la hoja de reservas y estas ya se cuentan por varias decenas de miles. Un coche eléctrico que distará mucho de ser el más barato del mercado.