Más allá de otras ventajas que aporta el coche eléctrico, la diferencia con uno de combustión de similar tamaño y potencia puede estar entre un 40 y un 60 %, incluso descontando las ayudas. Un coste adicional que es disuasorio para muchos compradores que no pueden entregar una cantidad inicial tan elevada, a pesar de que luego se beneficiarán de los ahorros durante su uso. ¿Cuál es el origen de esta diferencia de precio?
Uno de los motivos por los que los coches eléctricos siguen siendo un mercado de nicho, a pesar de haber crecido en los últimos meses, es la cantidad que hay que desembolsar para hacerse con uno de ellos. La autonomía, los tiempos de espera para la recarga y la débil infraestructura pública que la sustenta siguen siendo razones en su contra, pero van dejando de tener importancia conforme va evolucionando la tecnología y la cantidad de puntos de carga rápida.
Salvo excepciones como el Dacia Spring, el Renault Twingo ZE o el Seat Mii eléctrico, el precio de los coches eléctricos que actualmente están en el mercado puede considerarse elevado en comparación con sus homólogos de combustión. Esta tecnología sigue siendo significativamente más cara que la gasolina y el diésel en la mayoría de los modelos. El sobrecoste puede oscilar entre los 8.000 y los 10.000 euros. La batería es la principal responsable de esto, pero también hay otros motivos por los que se inflan los precios.
La batería, la gran responsable
Empezamos por la batería, la principal responsable de esta diferencia de precio que, pero que, como se verá, no es lo único sobre lo que hay que trabajar. Ya sea para un automóvil, un sistema de almacenamiento estacionario o para un electrodoméstico, una batería es costosa. Lo normal, salvo excepciones, es que sea importada de Asia. Además sus componentes químicos juegan en un mercado cambiante, dada la escasez del producto y las condiciones en las que se extrae y se transforma. Por eso son muy susceptibles a las variaciones de precios.
La evolución del precio del carbonato de litio es un claro ejemplo: pasó de 6.430 € por tonelada en enero de 2021 a más de 45.000 € en enero de 2022. Este repunte podría poner fin a la espectacular caída del precio de las baterías que ha pasado de 684 dólares el kWh en 2013 a 132 dólares/kWh en 2021, según datos de según AVERE.
Acabados elevados
La ausencia de acabados humildes, como los que tienen los coches de combustión de entrada a la gama eleva el precio del coche eléctrico. Muchos, sino todos los coches eléctricos, no se ofrecen con los acabados y los equipamientos más básicos. Las versiones más económicas parten de un acabado de gama media ya bien equipado, pero más caro que el equivalente en combustión. El coste adicional que supone esto asciende desde unos cientos a unos miles de euros, solo por contar con equipos de confort que no son esenciales.
La razón por la que ocurre esto es que los fabricantes apuntan hacia un cliente acomodado económicamente, por lo que para ellos no tiene sentido ofrecer el coche con un acabado "económico". En muchos casos estos clientes buscan un segundo coche para desplazamientos urbanos y no les importa pagar un poco más por las comodidades que ofrecen en su uso diario más allá del coste extra que suponen. Esta estrategia debería acabar cuando el coche eléctrico sea una alternativa al de combustión para todos los usos.
Bajo volumen de producción
Entre todos los fabricantes y entre todas las plantas de ensamblaje del mundo se producen muchos menos coches eléctricos que de combustión. Su cuota de mercado no alcanza el 10 % por lo que la economía de escala no puede desarrollarse en su totalidad.
Un automóvil que se fabrica en grandes cantidades puede venderse a un precio más bajo que un modelo con una producción limitada. Este problema se observa sobre todo en los coches eléctricos del segmento A, el de los utilitarios urbanos. Es es uno de los más complicados a la hora de planificar la producción y la estrategia de comercialización. Su rentabilidad depende de un elevado volumen de ventas para que la inversión tecnológica se vea compensada por el pequeño beneficios que deja cada una de ellas. La batería, que en coches más grandes supone ya entre un 30 y un 40% del coste total, en este caso se eleva por encima de ese porcentaje. Con su electrificación, la inversión crece y con ella el precio, mientras que las ventas se reducen, por lo que un coche eléctrico del segmento A no es precisamente rentable.
Por ahora, la respuesta de algunos fabricantes ha sido crear una nueva categoría en este segmento: el de los utilitarios premium, como el Honda e o el Fiat 500e, coches muy pequeños, pero muy equipados y dotados de un diseño llamativo, que buscan un comprador que no se preocupe tanto por el precio como por la distinción.
Escasa diversidad de la oferta
La oferta de vehículos eléctricos se ha ampliado en los últimos años. Ahora todas las marcas ofrecen más de un modelo, con más de un acabado e incluso permitiendo al cliente elegir la mecánica, básicamente la potencia y cantidad de motores y la capacidad de la batería.
Sin embargo, la oferta disponible tiene muchas lagunas en muchos de los segmentos. Más allá de los modelos de alta gama y de los vehículos de representación de las marcas premium, con precios accesibles para muy pocos, la mayoría de los modelos se centran en los segmentos B y C y en un formato, el de los SUV, que sigue siendo el elegido por los compradores y el que más se ofrece por parte de los fabricantes.
Pocos son los que se mantienen en el segmento A, donde es complicado estar en el lado de los beneficios por la complicada relación entre el coste y el precio hace muchas veces inviable permanecer en él. Tanto es así que muchos fabricantes han decidido no mantener en producción los modelos de combustión que vendían hasta ahora y, por supuesto, no se plantean el desarrollo la inversión en la tecnología necesaria para hacerlo con un modelo eléctrico.
Conclusiones
Todos estos factores hacen que los precios de los coches eléctricos estén todavía muy alejados de los de combustión. Si bien la coyuntura actual está elevando los precios de los coches movidos por todos los sistemas de propulsión, la cadena de suministro del coche eléctrico está empezando a aparecer como un gran problema para lograr lo que se esperaba: la paridad de precios entre coches eléctricos y de combustión a nivel de precio de compra. La ventaja económica que resulta del uso diario de un coche eléctrico debería hacer el resto para que la mayoría de la gente se decantara por ellos.
Si bien esta es la situación actual, alguno, como es el caso del CEO de Ford, Jim Farley, auguran un cambio de tendencia y una próxima "guerra de precios" que se centrará en modelos eléctricos cuyo precio estará alrededor de los 25.000 euros.