Los coches eléctricos actuales ya logran autonomías suficientemente grandes como para tener que parar para recargar cada 300 kilómetros o más. Una distancia ya de por sí mayor que la aconsejada por las normas de buena práctica de la conducción para detenerse y descansar antes de continuar la marcha. Sin embargo, en un coche térmico esta parada no obliga a repostar, lo que se traduce en que muchos conductores la estiran más de la cuenta, aumentando las probabilidades de un potencial accidente. En los coches eléctricos, además de descansar, toca recargar, por lo que la parada es obligatoria, y eso se traduce en que los accidentes disminuyen.
Esta es solo una de las conclusiones del estudio de Cambridge Mobile Telematics, una empresa estadounidense que se encarga de recopilar datos de millones de vehículos en todo el mundo para extraer de ellos conclusiones tan interesantes como esta. El estudio ha sido presentado en una conferencia sobre seguridad vial en la que la empresa ha dado a conocer algunas otras conclusiones que resultan, al menos, curiosas.
El estudio se centra sobre todo en los datos obtenidos de aquellos conductores que poseen un vehículo eléctrico y también uno o más de combustión. En general, estos tienen menos accidentes conduciendo el primero que el segundo pero, curiosamente, las estadísticas y las probabilidades son diferentes de una marca a otra.
Aquellos que poseen un Tesla tienen un 50 % menos de probabilidades de sufrir un accidente cuando se encuentran detrás de su volante, mientras que para los propietarios de un Porsche la probabilidad de dañar su Taycan se eleva a un 55 %. El estudio ofrece los datos y las conclusiones pero no explica el porqué de esta extraña diferencia de comportamiento entes los conductores eléctricos de ambas marcas.
Así, los datos dicen que los propietarios de un Tesla están un 21 % menos distraídos por el uso de su teléfono móvil mientras conduce y tienen un 9 % menos de probabilidad de exceder los límites de velocidad cuando conducen su coche eléctrico que cuando conducen uno de combustión. Sin embargo, a diferencia de las conclusiones del último informa trimestral de Tesla que asegura que los accidentes son mucho menos frecuentes cuando el sistema Autopilot está encendido que cuando está apagado, CMT no se ha fijado en este punto en particular.
Pero sí resalta como un factor positivo lo que muchos consideran un hándicap para los coches eléctricos: la necesidad de detenerse para recargar. El estudio es bastante claro en este punto: las recargas son las responsables de que se reduzca el riesgo de accidentes en un coche eléctrico frente a uno térmico. De hecho, dado que la posibilidad de que se produzca un evento desafortunado aumenta cuanto más tiempo se permanece al volante sin parar, la necesidad que tienen los vehículos eléctricos de detenerse para recargar con mayor frecuencia que los térmicos para repostar, reduce la fatiga del conductor. Una conclusión que parece obvia y que no necesita millones de datos para ser explicada.