Los primeros vehículos que equiparon baterías están ya a punto de 'jubilarse'. Los coches eléctricos e híbridos más antiguos ya empiezan a morir y surge un interrogante. ¿Dónde irán a parar las baterías que propulsan estos vehículos? La respuesta es, hoy por hoy, que existe una segunda vida, reutilizándose en supermercados, alimentando estaciones de carga de nuevos coches eléctricos o almacenando energía para casas privadas.
Las baterías de iones de litio utilizadas en los vehículos y autobuses eléctricos tienen la capacidad de almacenar y descargar energía durante un período de tiempo de entre siete a diez años más después de haberse separado de su primer hogar, el chasis de un automóvil. Ciertamente, es un buen puñado de años en los que, de lo que podría ser un problema, se presenta una gran oportunidad para los fabricantes, los proveedores de electricidad y los proveedores de materias primas.
Reciclar y no contaminar
El momento en que una batería es más contaminante es, sobre todo, en su fase de producción y en el final de su vida útil. Mientras que en la primera fase se podrá mejorar con nuevas técnicas de fabricación y materiales, la segunda puede retrasarse reutilizando las unidades que queden liberadas de los coches. De hecho, es una medida muy a tener en cuenta ya que, en 2025, según pronósticos de la agencia Bloomberg, habrá cerca de 3,4 millones de baterías listas para ser desechadas si no se les busca otro trabajo, en comparación con las 55.000 actuales.
Ya hay países que están revisando qué pueden hacer para evitar un problema que solo irá a más a medida que los eléctricos se hagan con el control del mercado global de automóviles. China, donde se venden la mitad de los eléctricos e híbridos enchufables (PHEV) del mundo, ya está implementando medidas para hacer que sean los propios fabricantes los que se hagan cargo de las baterías que dejen sus coches y evitar que terminen en un vertedero. La Unión Europea tiene sus propias regulaciones y Estados Unidos se espera que sea el siguiente país en revisar este asunto.
Una oportunidad
Las marcas más previsoras ya se han puesto manos a la obra. General Motors, BMW, Toyota o BYD, además de muchos proveedores de baterías, están buscando la manera de crear un mercado de accesorios en el que dar salida a las baterías que retiren de sus vehículos. De este modo, los fabricantes ven una oportunidad de conseguir beneficio dos veces por un producto, un hecho que ayudaría a bajar los precios de los automóviles eléctricos en un futuro.
Hay empresas que incluso creen que las baterías podrían reutilizarse varias veces, cada vez para tareas que demandaran menos rendimiento, por lo que podrían suponer nuevos ingresos por cada reutilización. Finalmente, el fabricante debería reciclar las materias primas.
Durante las próximas décadas el número de baterías se disparará de un modo desmedido. En 2030, según datos de la empresa Avicenne Energy, se espera que haya 25 veces más demanda de baterías para vehículos eléctricos. Además, para entonces los coches sostenibles serán los mayores usuarios de baterías de iones de litio del mundo, por delante de la industria tecnológica. En 2040, más de la mitad de los coches vendidos en el mundo serán eléctricos y su total ya supondrá un tercio de la flota mundial, una cifra que rondará los 560 millones de vehículos con batería.
Tesla no contempla la opción de reutilizar la de sus coches y, a diferencia de otras marcas, produce ya baterías para casas, como la Powerwall.
Tesla, por su parte, no sigue la línea de las otras marcas y creen que sus baterías no podrán trabajar después de haberse usado durante 10 o 15 años en sus coches. La empresa de Elon Musk se está centrando, a diferencia de las demás, en recuperar las materias primas para reciclarlas y producir nuevas unidades para sus vehículos.
El problema en todo el proceso sería que extraer cobalto y fabricar nuevas baterías se convirtiera en algo más rentable que reutilizar y revender las baterías usadas, que ya no podrán volver a la carretera. En ese caso, expertos advierten que los esfuerzos por reutilizarlas serían menores y la industria se enfrentaría a nuevos problemas.
Algunos ejemplos
Hay empresas que se dedican a poner en práctica esta segunda vida de las baterías sacadas de los coches y algunos fabricantes de automóviles se están asociando con ellas mientras otros lo hacen por su cuenta. Powervault, una empresa energética de Londres, asegura que las baterías de los Renault Zoe se pueden utilizar para alimentar casas y colegios. Un sistema calculará cuándo es más barato utilizar energía de la batería, previamente almacenada por algún sistema renovable como placas solares, y cuándo obtenerla de la red eléctrica para que la casa o el colegio vaya alternando automáticamente. Powervault, de hecho, prevé empezar a utilizarlas este verano.
Batería de vehículo reutilizada y transformada.
Por otro lado, en la ciudad de Namie, en Japón, las baterías procedentes de los Nissan Leaf 'jubilados' iluminarán pronto sus calles por la noche. Toyota, otra de las marcas japonesas, instalará las baterías procedentes de su Prius en las tiendas 7-Eleven de Japón para utilizar su energía para abastecer parte de la demanda del establecimiento.
La vida de las baterías no termina en un vehículo y mientras que una mala gestión tras ser retiradas de los coches podría suponer un problema, tanto medioambiental como económico, gobiernos y marcas ya empiezan a trabajar para buscar el mejor modo de alargarles su vida útil y, de paso, generar un nuevo modelo de negocio sostenible.