Las previsiones de 2019 apuntaban al año 2020 como clave para el estallido de las ventas del mercado de los vehículos eléctricos. Esta era la previsible consecuencia de la llegada de nuevos modelos totalmente eléctricos, aunque pocos destinados al mercado de alto volumen, y al renacimiento de los híbridos enchufables. Sin embargo, la crisis del coronavirus ha detenido en seco el mercado automovilístico general, al que no es ajeno el de la movilidad eléctrica. Aun así, los planes de ayuda al sector deben ayudar a que su cuota de mercado comience a notar la curva ascendente que se esperaba. Ante las previsiones previas a la pandemia, la instalación de puntos de recarga pública ya había comenzado a crecer sigilosamente en el año 2019. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) afirma que el, año pasado, crecimiento de la red fue de un 60% respecto al año anterior, lo que supone el mayor incremento en los últimos tres años.
La elección por parte de los consumidores de un vehículo eléctrico frente a uno de combustión requiere que la recarga de sus baterías sea un proceso natural, que no complique su día a día. La tecnología ya permite desarrollar baterías de alta capacidad y puntos de recarga de alta velocidad, pero el crecimiento de las ventas de estos vehículos se ve frenada por la escasa infraestructura de recarga, y esta por la escasa venta de vehículos eléctricos. Este juego del "huevo y la gallina" debe ser resuelto implementando una red pública de recarga que será lenta para las ciudades y rápida para viajar de manera que permita encontrar puntos de recarga con la misma facilidad que gasolineras.
Esta red se estructura en varios niveles. La más básica es la red vinculada, de carácter privado, y formada por los puntos de recarga que se instalan en las viviendas (o en los centros de trabajo). Su función es recargar el coche durante la noche hace que no precise más de 4 kW de potencia. La segunda, la recarga de oportunidad, de carácter público, localizada en centros de ocio y compras, debería alcanzar potencias de al menos 11 kW. Por último, la red pública de recarga rápida, que se utilizará para largos desplazamientos, debería pasar de los 50 kW –el estándar de hoy en día– hasta los 150 o los 350 kW que ya permite la tecnología.
Evolución de los puntos de recarga pública para vehículos eléctricos desde 2011 por tecnologías y países. Fuente: AIE. Gráfico: Reuters.
El informe que publica todos los años la AIE, "Global EV Outlook", afirma que en 2019 el número total de puntos de recarga pública (lenta y rápida) a nivel mundial alcanzó la cifra de 862.118. China, con el mercado del vehículo eléctrico más grande del mundo a nivel mundial, cuenta con el 60% de la infraestructura de recarga a nivel mundial. El 31% del total todos estos puntos es de carga rápida, teniendo en cuenta que la AIE considera puntos de carga lenta aquellos que no ofrezcan más de 22 kW de potencia. China también lidera el ranking de puntos de recarga rápida de acceso público, que, además de instalarse en las carreteras, también se está empezando a implementar en las ciudades para facilitar la recarga a aquellos que no disponen de un punto vinculado en su casa.
Según la AIE, este incremento en el despliegue de la infraestructura, responde a la necesidad de disponer de una red mínima de apoyo al esperado auge del mercado de los vehículos eléctricos. A pesar de que en 2019 la cuota de mercado de vehículos electrificados a nivel mundial era tan solo del 1%, el empuje del mercado chino y la nueva legislación de emisiones europea que ha entrado en vigor este año, anuncia un crecimiento exponencial de la demanda de cargadores. Los instaladores y los suministradores de equipos han respondido silenciosamente a esta circunstancia con el mayor incremento en la instalación de puntos de recarga de los últimos tres años.