El gobierno británico está cerca de aprobar el plan de emisiones "Road to Zero" que eliminará progresivamente la presencia de vehículos de combustión interna en las carreteras a partir de 2040, año en el que todos los coches nuevos deberán ser eléctricos o híbridos con capacidad de recorrer, en modo totalmente eléctrico, una distancia de 50 millas o 80 kilómetros.
Desde entonces, los vehículos vendidos en el Reino Unido (UK) serán una mezcla entre los eléctricos puros (BEV) o híbridos enchufables (PHEV) con motores de combustión interna de gasolina u otros carburantes.
¿Puede el Reino Unido afrontar este plan?
Es la gran pregunta que ronda por la cabeza de la industria del motor en el país. Uno de los principales retos es afrontar que, con la llegada de planes como estos en países como UK o Francia, que determinarán distintos niveles de permisividad y autonomía, entre otros aspectos, los vehículos deberán adaptarse a cada legislación, lo que comportará precios más altos. Muchos países de la Unión Europea (UE) tienen ideas parecidas, pero su ideal de autonomía no pasa por los 80 kilómetros, sino por los 50 o por los 100 debido a las diferencias entre el sistema métrico y el imperial. Ligeramente más tarde, además, el gobierno chino y el estadounidense también impondrán planes similares pero con condiciones distintas, algo que añadirá un plus de dificultad y necesidad de inversión para desarrollar modelos específicos para cada mercado. Las marcas cooperarán obviamente, pero el número de vehículos disponibles y el tipo de los mismos se verá afectado.
Una de las soluciones en este apartado sería el trabajo internacional para definir unos estándares, algo complicado para la UE y mucho más difícil para todo el mundo. Esta medida haría que el trabajo de las marcas fuera más fácil y mucho más barato. Aun así, parece que estos movimientos no van a suceder y los fabricantes deberán adaptarse.
La necesidad de la infraestructura
En total, hay 31.177.900 coches circulando por las carreteras británicas. Diversos informes estiman que en 2040 habrá menos vehículos o se conducirá menos gracias a las mejoras de las redes públicas de transporte y a las nuevas tecnologías, como la conducción autónoma. Sin embargo, estas estimaciones no tienen fundamento. Como apunta el Departamento de Transporte local, desde 1945 casi cada año se ha incrementado el número de coches en las carreteras. Además, la población local está envejeciendo y viaja más y, según el medio británico Autocar, el transporte público cada vez es más pobre en algunas zonas, por lo que parece que los viajes en coche se incrementarán.
El plan "Road to Zero" propone que la mayoría de los viajes a partir de 2040 sean con vehículos que utilizarán la energía eléctrica para propulsarse, con lo que la demanda de energía eléctrica aumentará. Es decir, en 2040 todos los coches tendrán un enchufe y el gobierno espera que los usuarios de híbridos lo usen más que ahora. Los conductores de eléctricos, obviamente solo tendrán esa alternativa. Actualmente, en UK hay 16.500 estaciones de carga públicas en las carreteras, un 20% del total de puntos de carga del país, porque el 70% de las cargas se producen en casa y el otro 10% en el trabajo u otros establecimientos.
Ahora mismo, la buena noticia es que hay casi tantos puntos de carga, contando los de las casas privadas, como vehículos eléctricos en UK, haciendo que el mercado y la infraestructura avancen de la mano. Chargemaster, una compañía que instala estaciones de carga públicas, cree que en los próximos años el número de vehículos eléctricos y estaciones de carga seguirán aumentando paralelamente. De momento, la mayoría de compradores de eléctricos puede cargarlos en casa, pero se estima que el 43% de la población no tendrá esa suerte. Unos años más tarde de la implantación del plan, cuando todos los vehículos tengan un enchufe, todos, incluidos el 43% de los habitantes que no tendrán puntos de carga en su casa, necesitarán de estaciones que alimenten la demanda de energía de sus vehículos.
Entonces llega el gran problema para el plan ''Road to Zero'', la infraestructura, ya que podría haber menos puntos de carga que coches. El escenario ideal sería que hubiera, poco más tarde de 2040, 31,2 millones de puntos de carga, uno para cada coche porque, dada la velocidad de carga de los eléctricos, aún suponiendo que los puntos permitirán la carga rápida y la tecnología avanzará para reducir el tiempo de carga, no es viable un escenario parecido al actual con las gasolineras, donde un coche tarde entre tres y cinco minutos en completar todo el proceso de repostar.
Además, las instalaciones eléctricas de las casas privadas no pueden soportar la carga rápida, por lo que, sumándose al 43% que no tendrá acceso a un cargador privado, llegarán los que sí pueden cargarlo en casa pero necesitan que su vehículo se cargue en pocos minutos.
Estimando que en UK hay un total de 130.000 cargadores (contando casa, trabajo y públicos), el gobierno necesita ampliar su oferta en un más de un 23 mil por cien. Expertos y fuentes del gobierno han explicado los medios que la infraestructura es el mayor reto para la transición eléctrica, porque los usuarios de PHEV que necesiten cargar sus coches fuera de sus casas, si ven que no disponen de la infraestructura necesaria, seguirán apostando por los combustibles fósiles para sus viajes, justo lo que el gobierno quiere evitar.
Demanda de energía
Otro de los retos es la demanda energética que se creará cuando los vehículos eléctricos vayan tomando las carreteras británicas. Como los coches tradicionales, que con los años han mejorado su eficiencia, emisiones y consumos de sus motores térmicos, los eléctricos también lo harán, minimizando su demanda energética. Sin embargo, la cantidad de energía que necesitará el Reino Unido para afrontar la transición es enorme.
Los británicos recorren, cada año, 408 mil millones de kilómetros con vehículos de combustión interna. Las baterías actuales permiten recorrer entre 5 y 10 km por cada kWh de energía. Suponiendo que las baterías de la década de 2040 ofrezcan 10 km por kWh de energía, para recorrer 408 mil millones de kilómetros, se necesitarán 42 mil millones de kWh o, lo que es lo mismo, 42,1 TWh que deberá ofrecer la red nacional de energía anualmente. Esta cifra supondría un aumento del 12,4% en la demanda anual de UK, que actualmente genera 339,3 TWh e importa 15,5 TWh más desde otros países, y obligará al país a importar más energía desde otros países, algo que se traducirá en un incremento del gasto público.
Habrá que pagarlo todo
A partir de entonces, se deberá pagar por la energía, los puntos de carga y todo lo relacionado con los vehículos eléctricos. Ciertamente, los vehículos y los puntos de carga privados irán a cargo del cliente, pero mientras la demanda de dinero crece para el gobierno, una de sus principales fuentes de ingresos, los impuestos sobre los combustibles, caerán con la caída de la demanda de los carburantes. Se estima que la cifra rondaría el 4% de todo lo que ingresa el país en un año.
El gobierno deberá buscar el modo de conseguir que no se pierda tanto dinero. Hay varias opciones e hipótesis sobre la mesa y, aunque no hay nada decidido, el gobierno de UK ya se ha propuesto empezar a gastar su dinero de una forma más eficiente. Algunas de las medidas propuestas son la revisión de las ayudas para comprar eléctricos, ya que actualmente, incluso un comprador de un Tesla Model S, que generalmente será bienestante, dispone de una ayuda de 5.000 libras (unos 5.650 euros), para su compra. Phillip Hammond, canciller de la hacienda del Reino Unido, propuso también una subida de los impuestos sobre los carburantes, congelados desde 2010. Sin embargo, esta iniciativa cuenta con pocos apoyos en el gobierno y con menos entre los usuarios, que ven como sus impuestos ya son de los más altos de Europa.
UK tiene un largo camino por delante para enfrentarse al reto de la eliminación de la combustión interna de sus carreteras. Un reto al que se enfrentará todo el mundo y en el que cada paso es importante.