Ofrecer un coche eléctrico, a un precio inmejorable, como un kit que se puede montar en casa, tal y como ocurre con los muebles de Ikea: este es el concepto imaginado por Ryan Schlotthauer, un estudiante de diseño en Estados Unidos que ha bautizado al resultado como Renault Höga. Una idea muy bien ejecutada en su cabeza aunque su conversión en una realidad palpable en las carreteras parece bastante complicada.
La idea que propone este estudiante del College for Creative Studies mezcla el concepto de compra de Ikea con la idea de un coche eléctrico económico fabricado por Renault. El kit de que se vendería en estos establecimientos se entrega directamente en una caja que contiene 374 piezas, aunque algunas llegarán ya montadas, de manera que el comprador 'solo' tendría que montar un total de 114.
La caja del Renault Höga contiene 374 piezas, de las que 114 las tiene que montar el comprador.
Manual de instrucciones que se entregaría junto al Renault Höga.
Una vez logrado este propósito, el resultado es un coche eléctrico, o más bien a un cuadriciclo eléctrico, puesto que en el formato final es muy parecido al del Citroën Ami. Precisamente, gracias al acuerdo entre Citroën y Fnac, este cuadriciclo eléctrico podrá comprarse en las tiendas físicas y a través de la página web del establecimiento francés, pero, eso sí, ya montado.
Una vez montado, el Renault Höga es un cuadriciclo de 2,23 metros y 1,8 metros de alto.
Volviendo al Renault Höga (que significa 'alto' en sueco), una vez montado siguiendo las instrucciones que se incluyen en la caja, su longitud es de 2,23 metros y 1,8 metros de alto. Su aspecto cúbico busca facilitar el proceso de montaje, que llevaría algunas horas, y también crear un habitáculo lo más espacioso posible, facilitado porque las ruedas se sitúan prácticamente en cada una de sus cuatro esquinas. Según su creador, en su interior podría incluso transportarse una bicicleta en posición vertical, a la derecha del conductor o un carrito de bebé.
La puerta por la que se accede a su interior se sitúa en la parte delantera, mediante un sistema que eleva todo el panel, incluido el volante. Una idea que recuerda a la empleada por el BMW Isetta, y en el que se inspira el actual Microlino, aunque en este caso la apertura es hacia arriba. En su interior, el tablero de mandos se reduce a la mínima expresión: el Renault Höga es todavía más minimalista que el Ami, ya que solo incluye un volante (que por cierto hace girar las cuatro ruedas) En este caso se sacrifica también la pantalla de información, cuya función se confía al teléfono o a una tablet que corre a cargo del usuario.
Interior minimalista del Renault Höga.
Ryan Schlotthauer parece haber pensado en todo. Desde la forma en la que se expondría el coche, con todas y cada una de sus piezas a las vista para el comprador, pasando por el manual de instrucciones necesario para su montaje, hasta el precio final al que se vendería. Lo ha valorado en unos 6.500 dólares, 5.320 euros al cambio. Aunque todo parece estar muy pensado, por ahora todo esto no es más que una idea de diseño, un concepto cien por cien virtual que, probablemente, lo siga siendo para siempre.
Las normas de seguridad actuales no permiten comercializar un vehículo sin haber sido ensamblado previamente por una línea de producción dotada de trabajadores cualificados y cumpliendo todos y cada uno de los requisitos del control de calidad que se exige para un producto como este. El Renault Höga, tendría pocas posibilidades de pasar los test de choque de Euro NCAP y sacar algo más de una estrella.