El desarrollo de un coche supone unos cinco años de trabajo. Desde que surge la primera idea, el primer borrador, hasta que sale de la línea de montaje la primera unidad, han ocurrido muchos ensayos, pruebas, aciertos y errores. El Ford Mustang Mach-e es el primer eléctrico comercial de la compañía, y semejante título tiene que ir acompañado de una resistencia y durabilidad intachables.
Los robots cumplen un papel fundamental en estas etapas de pruebas y desarrollo, que por cierto no concluyen una vez se haya lanzado el producto al mercado, puesto que los test siguen en marcha con la intención de detectar posibles fallos o debilidades que deban ser corregidas. Millones de kilómetros acumulados en bancos de trabajo, y cientos de miles de horas del esfuerzo incansable de los robots más avanzados del mundo.
Un humano no puede trabajar las 24 horas del día y los 7 días de la semana, ni siquiera varias personas pueden cumplir los mismos objetivos que un robot. Los fabricantes, en este caso Ford, necesitan una precisión milimétrica en sus pruebas. Necesitan que el entorno esté controlado y que las acciones se repitan siempre bajo las mismas circunstancias y las mismas condiciones, algo que una persona es incapaz de prometer.
Las pruebas climáticas suelen ser de las más duras del catálogo de ensayos. Tan extremas que incluso los operadores más cualificados y preparados sufren para llevar a buen término. En la planta que Ford tiene en la ciudad de Colonia, Alemania, cuentan con una de las cámaras térmicas más avanzadas del momento. Una especie de nevera gigante que es capaz de simular muchas situaciones diferentes de viento, humedad o temperatura.
Algunas pruebas muy específicas como los ensayos a gran altura exigen una serie de protocolos de seguridad muy complejos y tediosos. Protocolos que un robot no necesita porque no se ve afectado por las condiciones externas. No le afecta la falta de oxígeno ni el frío extremo ni el calor más abrasador. Cumple siempre sea cual sea la situación o el entorno fingido.
Para suplir al ser humano, los ingenieros de Ford han desarrollado un robot muy específico que actúa a modo de conductor. Es capaz de arrancar el coche, pisar el freno, engranar la marcha y acelerar. Mientras el coche se sitúa en unos rodillos de prueba la cámara va simulando las condiciones específicas de la prueba, con temperaturas que oscilan entre los -40 grados y los 80 grados, además de viento simulado, humedad y falta de aire.
Por supuesto estos autómatas mecánicos son incapaces de sustituir al ser humano en las pruebas reales de conducción. En ese caso los pilotos de pruebas son los que llevan la voz cantante. Conductores altamente experimentados que afinan y ajustan los coches al milímetro, en este caso el Ford Mustang Mach-e, que como ya comentamos recientemente, está sufriendo retrasos en su producción por la falta de suministros del mercado.