Aunque solemos hacer más hincapié en el rendimiento de los motores o la capacidad de la batería, la gestión térmica de un coche eléctrico resulta fundamental para aprovechar al máximo todas las ventajas que proporcionan. El Tesla Model S Plaid no sólo entrega las máximas prestaciones de la casa, también cuenta con un nuevo y mejorado sistema de refrigeración de su batería. Un paso que Tesla ha tardado años en implementar y que esperemos se convierta en el nuevo estándar dentro de la casa.
Las primeras unidades del Model S ofrecían un sistema de gestión térmica correcto, pero poco efectivo. Tesla ha estado investigando y mejorando el patrón de refrigeración de sus modelos, y la última evolución de su berlina ha conseguido implementar un nuevo sistema de enfriamiento de la batería, mucho más preciso y efectivo que en el pasado. Los de Austin han denominado este nuevo formato con el nombre U-Flow, por la forma que presenta el conducto de refrigeración en el interior de la batería. Esta no es la única novedad que presenta la batería del Plaid, tal y como ya te contamos.
Al abrir una batería se comprueba que cada módulo está compuesto por un número determinado de celdas, cuyo formato se asemeja al de una pila convencional. Muchas celdas forman un módulo, y diversos módulos crean la batería total de un coche eléctrico. Dentro de cada uno de los módulos se instala una red de conductos que sirven para refrigerar la batería, algo muy necesario teniendo en cuenta las altas temperaturas que se pueden alcanzar en las entrañas de cada módulo.
Durante años, Tesla ha estado empleando un patrón de refrigeración en forma de S. Un solo tubo recorría las entrañas de cada módulo, proporcionando una gestión térmica no del todo efectiva. El calentamiento de la batería era algo habitual si el ritmo de conducción era elevado, algo que en el Model S Plaid se presupone gracias a sus impresionantes cifras de rendimiento. Cuando el proyecto llegó a la mesa de los ingenieros, estos se vieron obligados a mejorar la refrigeración para así aprovechar al máximo las capacidades técnicas.
Hay que tener en cuenta que una mala gestión térmica no solo reduce las prestaciones, también limita la autonomía o empeora los tiempos de recarga. Por ese motivo, las versiones anteriores del Tesla Model S no eran ni siquiera capaces de cargar a las potencias que lo hacen en la actualidad. La solución que han encontrado en Tesla es la de incluir más tubos de refrigeración dentro de cada módulo. Tubos de glicol que permiten una temperatura más uniforme en toda la línea de celdas.
Los tubos en S obligaban a refrigerar 444 celdas por pasada; el Model S P100D incluyó un segundo tubo de enfriamiento que suponía reducir el número de celdas refrigeradas por pasada a 258 y, finalmente, el Plaid, al cambiar el estilo con tubos rectos, permite enfriar 144 celdas por pasada. De esta forma la cabecera y el final de la línea presentan un gradiente térmico más homogéneo. De unos 7 grados de diferencia se pasa a tan solo 3,5 grados, lo que se estima en una mejora de las capacidades del 10%.
El sistema U-Flow ha demostrado ser mucho más efectivo que los formatos anteriores. Los problemas por sobrecalentamiento son cosa del pasado, y es de suponer que Tesla implementará este formato en los próximos modelos de la casa, además de las primeras unidades equipadas con las famosas celdas 4680. Otro modelo que presenta un sistema similar al utilizado por Tesla es el Ford Mustang Mach-e, y otras compañías han experimentado con anterioridad, sin llegar a conseguir elevar los datos teóricos a la producción.
Fuente: Insideevs