Los coches eléctricos tienen que seguir bajando de precio y, para que eso ocurra, entre otras cosas debe reducirse el coste que tiene fabricar una batería, en todos los sentidos. El desarrollo de este componente es imparable y, aunque son las más habituales, ya hay alternativas a las tradicionales celdas de iones de litio.
Un compuesto que podría tener resultados factibles, siempre que evolucione acorde a las expectativas, es el sodio. Es cierto es que ahora mismo no son capaces de competir en densidad energética con las de litio y eso hace que su hándicap sea el peso, pero la investigación y los avances en la materia podrían hacer que las baterías de iones de sodio o SIB tengan un futuro prometedor.
¿Por qué sodio en vez de litio en las baterías eléctricas?
Y es que, pese a sus desventajas, son más sostenibles, más baratas, soportan mejor los climas fríos y, además, el sodio es de largo más abundante en la tierra que el litio, por no hablar de los problemas sociales y políticos asociados a la extracción de este último elemento.
Aunque el horizonte todavía es incierto, el gigante automovilístico chino JAC y otros fabricantes asiáticos están probando este tipo de baterías en pequeños coches eléctricos. Estamos hablando de modelos que dan unos 250 kilómetros de autonomía, lo que es todavía una cifra discreta, pero ajustada al segmento que representan estos automóviles.
La densidad energética sigue siendo un problema
El problema, como decíamos, es la densidad energética escasa que ofrecen, si las comparamos con las de litio, lo que da lugar a que, a igual autonomía ofrecida, las baterías de iones de sodio marquen un peso mayor en la báscula, y eso perjudica al conjunto total y al rendimiento del vehículo.
Pero, por otro lado, hay que entender que se han trabajado y evolucionado menos. Una batería fabricada con sodio ahora mismo ofrece una densidad energética de entre 140 y 160 Wh/kg, pero pronto llegará una nueva generación que llegue a los 180 Wh/kg y, para 2026, la densidad lograda ya podría alcanzar los 200 Wh/kg.
Efectivamente, todavía está lejos de los hasta 270 Wh/kg que puede lograr una batería de iones de litio, que va asociada al uso de cobalto y cobre, cuando en las baterías de sodio es posible trabajar con aluminio, que también es más respetuoso con el medioambiente y, además, tiene un menor coste.
Si tenemos en cuenta que el 40% del coste de producción de un coche eléctrico está asociado a la batería de iones de litio, entenderemos la importancia de trabajar con sodio, que podría reducir ese importe en un 30%, con la lógica repercusión final en el precio que marque el automóvil en el concesionario.