Son cerca de las cuatro de la tarde en la costa este de los Estados Unidos y ya van más de dos horas de espera. El lanzamiento inicial se ha tenido que retrasar debido al viento cruzado, que ha superado en un 20% el máximo permitido, y Elon, entre nervioso y excitado, refleja la luz que emite la pantalla de su teléfono en sus ojos brillosos. Está escribiendo algo:
Launch auto-sequence initiated (aka the holy mouse-click) for 3:45 liftoff #FalconHeavy
— Elon Musk (@elonmusk) 6 de febrero de 2018
Ha llegado el momento. El viento ha aminorado y el lanzamiento será una realidad en unos minutos. Todavía hay tiempo para una broma que los seguidores de Musk y el público de medio mundo, que sigue el acontecimiento con expectación, agradecerán de buen grado. La cara de Elon Musk lo dice todo. El proyecto SpaceX es, además de una visión de turismo espacial, una inmensa plataforma publicitaria ideada por el mandamás de Tesla, y nada puede salir mal. Además de su reputación, prácticamente le va la vida en ello.
A bordo del imponente cohete, un proyectil de tres cuerpos cilíndricos llamado Falcon Heavy que se halla anclado a la plataforma de lanzamiento que la NASA utilizó hace medio siglo para enviar el primer hombre a la Luna, se encuentra el Tesla Roadster personal de Elon Musk, toda una reliquia que ahora tiene Marte como destino. Junto al deportivo eléctrico, una placa tiene grabados los nombres de las 6.000 personas involucradas en el programa Space X.
Al volante del Tesla Roadster color cereza de Musk se sienta un maniquí con traje espacial que desconoce por completo que, en las próximas horas, protagonizará los informativos de las televisiones de un centenar de países e incontables artículos en diarios y revistas de todos los formatos. Junto a él, sobre el salpicadero, cuelga un letrero con las palabras "Don't panic!" (¡no entres en pánico!) convenientemente extraídas de la comedia de ciencia ficción "The Hitchhiker's Guide to the Galaxy" (Guía del autoestopista galáctico), de Douglas Adams.
Entonces, sin previo aviso, cuando el primer astronauta a bordo de un coche eléctrico menos se lo esperaba, alguien pulsó el botón y la Tierra empezó a temblar:
El lanzamiento ha sido ejecutado y el Falcon Heavy se ha convertido en el cohete más potente lanzado hasta el día de hoy. Elon se felicita con su equipo, entre gritos y abrazos, aunque este trayecto apenas acaba de empezar. Los tres propulsores y los 27 motores que equipa la aeronave rugen a medida que hacen su trabajo, sin sobresalto alguno, alejando la nave especial cada vez más de la corteza terrestre.
Completada la primera etapa, dos de los propulsores auxiliares del Falcon Heavy vuelven a la superficie del planeta, aterrizando sin inconveniente alguno en las zonas 1 y 2 de la pista de aterrizaje de Cabo Cañaveral. El tercer propulsor tiene como destino, una vez el cohete alcance la altitud deseada, una plataforma situada 500 kilómetros hacia el interior del océano.
Aunque el Falcon Heavy ha sido ideado con la finalidad de poner en órbita sistemas satelitales que serán utilizados por clientes tan variopintos como el ejercito de los Estados Unidos y las cadenas de televisión que retransmiten los grandes acontecimientos deportivos, en esta ocasión el protagonista del lanzamiento ha sido el Tesla Roadster de Elon Musk, que al situarse en órbita con la Tierra, se ha convertido en una auténtica estrella mediática. Sin lugar a dudas, no hay mejor forma que esta de llevar el coche eléctrico a todos los hogares del mundo.
View from SpaceX Launch Control. Apparently, there is a car in orbit around Earth. pic.twitter.com/QljN2VnL1O
— Elon Musk (@elonmusk) 6 de febrero de 2018