Ya se empieza a notar la mano del nuevo CEO de Toyota, Koji Sato. Sus planes para convertir al fabricante más grande del mundo en un gigante de los coches eléctricos tienen muchas vertientes, todas ellas enfocadas a la rentabilidad tanto técnica como económica. El nuevo dirigente ya advirtió que Toyota debía pasar a ser una empresa de movilidad, ofreciendo servicios relacionados con este ámbito, más allá de fabricar los coches. Ahora se sabe que, además, como fabricante, también tiene planes para convertirse en un suministrador de I+D para terceros.
El plan principal de Toyota para el futuro es vender 3,5 millones de vehículos eléctricos cada año en 2030. Aproximadamente, la mitad de los ellos se basará en la nueva plataforma específica que verá la luz en 2026. Sobre ella, las baterías irán evolucionando desde las de litio con 1.000 km de autonomía hasta llegar a las baterías sólidas que estarán disponibles en 2028, y con las que se alcanzarán los 1.500 km.
Además, Toyota ha creado una nueva unidad, BEV Factory Bussines, encargada de diseñar esa nueva plataforma, tal y como informa Autonews, que velará porque sea muy sencilla de construir y con el mínimo coste. Para eso, revisará su famoso Sistema de Producción Toyota (TPS) con nuevas técnicas que reducirán a la mitad los procesos de producción y la inversión necesaria.
Las nuevas técnicas incluirán el ‘gigacasting’, el sistema que Tesla ya ha comenzado a aplicar en sus plantas de producción que reduce a dos módulos de grandes dimensiones la enorme cantidad de piezas y soportes necesarios de la parte delantera y trasera de los vehículos. Para poner en contexto las ventajas de este procedimiento, actualmente la sección inferior trasera del Toyota bZ4X está compuesta por 86 piezas fabricadas mediante 33 procesos.
Toyota también eliminará las líneas de producción ancladas, haciendo que los vehículos se muevan por sí mismos hacia las piezas a través de la planta desde el ensamblaje hasta la inspección final en lugar de ser estas las que se llevan al automóvil. Toyota pretende ahorrar así cientos de millones de dólares en inversión, reduciendo el tiempo de producción a la mitad.
En cuanto a la mano de obra, el fabricante espera reducir su dependencia de los trabajadores y recapacitarlos para que ejerzan roles más productivos. Además, utilizará lo que aprende creando sus nuevos vehículos para aplicarlo al resto, sean o no eléctricos. “Estas tecnologías no deben aplicarse solo a los vehículos eléctricos con batería”, asegura Takero Kato, presidente de BEV Factory. “Se trata de aumentar nuestra calidad y flexibilidad. Podremos optimizar todas nuestras actividades de fabricación y producción a través de esta actividad”.
Asegurando la rentabilidad de una gran inversión
Para ayudar a generar más escala en su producción, Toyota tiene intención de compartir sus nuevas tecnologías con varios de los socios con los que ya ha trabajado en otras ocasiones. El gigante japonés tiene participaciones en otros fabricantes como Subaru, Mazda, Suzuki, Daihatsu, Hino o Isuzu.
Entre todos, venden un total de 16,3 millones de vehículos cada año. Como ejemplo, Toyota ha colaborado con Subaru compartiendo su tecnología. De ahí el hecho de que se parezcan tanto el Toyota bZ4X y el Subaru Solterra.
Toyota ya se ha comprometido a proporcionar a esa empresa su tecnología híbrida de próxima generación y hará lo mismo con la eléctrica. En última instancia, compartir la tecnología con otros ayuda a distribuir los costes de la inversión inicial para su creación.