Las ventas de coches eléctricos en Europa siguen avanzando con paso firme. Lo hacen a ritmos muy diferentes dependiendo del país, pero los números globales invitan al optimismo. Y mirando hacia 2020 y 2021 no podemos esperar más que un importante aumento en las ventas. Tanto por una Europa que dirige sus políticas en esa dirección, como por una sociedad que cada vez tiene más clara la necesidad de un futuro eléctrico y alimentado por energías renovables.
Según datos de ACEA, representante de los fabricantes de coches en Europa, se han vendido un total de 166.905 coches 100% eléctricos en el primer semestre de 2019, lo que supone un aumento del 88,5% respecto al mismo periodo del año anterior.
Por países, Noruega continúa siendo el oasis del coche eléctrico. A a pesar de ser un mercado automovilístico pequeño en términos absolutos (5,26 millones de habitantes), sus 35.200 unidades vendidas sitúen al país nórdico en lo más alto de la clasificación. Todo gracias a una apuesta pública decidida y al alto poder adquisitivo de su población, que ha conseguido que el 37,1% de los coches que se venden en el país sean 100% eléctricos.
Si tenemos en cuenta solo a los mortales, Alemania ha sido el primer mercado de Europa con 31.159 unidades matriculadas en el segundo cuatrimestre, lo que supone un aumento del 80,1% respecto al mismo periodo del año pasado. Francia se queda en segunda posición con 21.007 coches eléctricos puros y un crecimiento del 47,8%, seguida muy de cerca por Países Bajos con 20.050 unidades vendidas y un crecimiento del +119,3%.
Por volumen de ventas, España se sitúa en octava posición, superado por Suiza, Suecia y Reino Unido, además de los anteriores. En el primer semestre de 2019 se han matriculado un total de 5.452 unidades en nuestro país, lo que supone un crecimiento de 141,5% respecto al mismo periodo de 2018. Un crecimiento importante si tenemos en cuenta que el mercado automovilístico se está contrayendo.
Ventas de coches eléctricos en Europa.
La electrificación como única forma eficaz de reducir emisiones
Los fabricantes de coches se enfrentan a uno de los retos probablemente más difíciles de su historia. En el año 2021, y si quieren evitar importantes sanciones económicas, las emisiones por coche medio vendido no podrán superar los 95 gramos de dióxido de carbono por kilómetro. Para hacerse una idea de lo que supone esta cifra, en estos momentos ningún país de la Unión Europea es capaz de alcanzarla. Holanda, con 105,5 gramos por kilómetro es el país con menos emisiones, mientras que España se sitúa en 118,1 gramos por kilómetro. Pero es que además, al contrario de los que nos podría marcar la lógica, las emisiones medias de los coches vendidos en la Unión Europea han sufrido una progresión del 1,8% en comparación con los datos del año anterior.
¿Y por qué aumentan las emisiones medias si las ventas de coches eléctricos no para de crecer? La razón de esta paradoja se basa en dos motivos principales: el descenso de las ventas en los vehículos diésel y el aumento de ventas de los vehículos con carrocería tipo SUV. Porque aunque el diésel sea un combustible más “sucio” (emisiones de NOx y otros gases nocivos para la salud humana) que la gasolina, es una motorización con menor consumo y emisiones de CO2. En cuanto a los SUVs, no hay mucho que decir: mayor peso y peor aerodinámica equivalen a un mayor consumo para la misma motorización.
La buena noticia es que para poder cumplir con las normativas anticontaminación y reducir los gases de efecto invernadero y la contaminación en nuestras ciudades, la alternativa perfecta es la movilidad eléctrica. No queda otro remedio que vender más vehículos electrificados, al fin y al cabo la única forma real de descender significativamente las emisiones medias de los vehículos vendidos. Por lo tanto, y como ya estamos viendo actualmente, los modelos disponibles en el mercado se están comenzando a multiplicar y lo seguirán haciendo en los próximos meses.
El ocaso del diésel: de motorización estrella a una importante reducción de ventas
En paralelo al auge de la movilidad eléctrica estamos viviendo otro importante cambio en la industria automovilística europea. El diésel, durante años referente en el viejo continente, ha dejado de ser el tipo de motor más deseado por los consumidores para dejarle ese puesto a la gasolina.
Este cambio de tendencia tiene su origen en diversos factores. Históricamente, siempre se le había dado más importancia a las emisiones de CO2 que a las de óxidos de nitrógeno (NOx). Las primeras son contribuyentes al cambio climático, mientras que las segundas atentan contra la salud de las personas. Sin embargo, en los últimos años, y guiados por las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, los NOx se han puesto en el punto de mira de las autoridades. Para muestra, las restricciones al tráfico durante los episodios de alta contaminación de Madrid y Barcelona, que se basan en el etiquetado medioambiental y donde los diésel, principales culpables de las emisiones de estos gases, salen mucho peor parados.
Esto, sumado a los diferentes escándalos de emisiones salidos a la luz en los últimos tiempos y a la amenaza de un aumento en la fiscalidad del combustible (equiparándolo al de la gasolina), ha hecho que los consumidores hayan decidido decantarse por la gasolina como opción preferente frente al diésel.
La consecuencia no es otra que un descenso del 17,2% en la matriculación de coches impulsados por gasóleo durante el primer semestre del año en Europa. Medio millón de unidades menos que en el mismo periodo del año anterior.
Habrá que ver lo que nos deparará el futuro, pero sin duda la manera más efectiva de reducir las emisiones es aumentar las ventas de vehículos electrificados, sobre todo si nos dirigimos a un mercado dominado por motores gasolina en carrocerías tipo SUV.