Aunque ya existía un acuerdo previo, la Unión Europea ha pospuesto su decisión sobre el veto total a los motores de combustión interna después de que Alemania formalizara una petición de exención en la que se permitiera la venta de coches con motor térmico, siempre y cuando estos motores estuvieran alimentados por combustibles cuyos gases de escape fueran libres de emisiones de CO2. Aunque es díficil saber cuáles van a ser los requisitos que exija el país teutón, lo que está claro es que exigirá un enfoque más flexible en algunos puntos del programa medioambiental.
Actualmente, funcionarios de la Unión Europea y Alemania se encuentran negociando un compromiso para permitir el uso de los llamados e-fuels en vehículos nuevos a partir de 2035. Dada la postura abierta de la Unión Europea a esuchar, se entiende que desde Berlín hayan dado señales de que aún es posible llegar a un acuerdo. Se esperan avances de especial importancia en la materia el próximo domingo, cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se reúna con el canciller alemán, Olaf Scholz, al margen de una reunión del Gabinete alemán.
Cabe destacar que, actualmente, hay dos puntos muy claros en la hoja de ruta hacia la descarbonización del transporte por carretera de Europa. Uno está en el año 2030, cuando se prohibirá la venta de todo coche que no conste de ningún tipo de electrificación, y el segundo se encuentra en 2035, cuando se pretende prohibir por completo la venta de todo coche con algún atisbo de combustión interna.
Salvo novedades en este apartado, se sobreentiende que, de no vetar la venta de coches nuevos con motor térmico más allá de 2035 gracias al uso de combustibles sintéticos, tampoco debería vetarse en el plazo establecido cinco años antes.
Se antoja lógica la postura alemana dado que se trata de uno de los mayores productores de motores del mundo. No es el único país que ha alzado la voz buscando un resquicio bajo el que pueda seguir produciendo motores como lo ha hecho hasta ahora. Italia fue la primera en expresarse en contra de la medida, mientras que otros países, como Polonia o Hungría, también has mostrado posturas cercanas a las de Italia. Todas estas regiones depende en gran medida de la producción de vehículos y, por ello, de la fabricación de motores.