No es ninguna novedad, pero parece que el problema no tiene fin. Desde los inicios de la pandemia de la COVID-19 el sector automovilístico vive en una constante tormenta de problemas. La falta de suministros, principalmente componentes electrónicos, ha causado estragos en las compañías. La producción es lenta y los costes muy altos. Los márgenes de beneficios se estrechan para todos, incluso para las grandes firmas. Volkswagen se encuentra en una posición muy sensible. El CEO de la compañía, Thomas Schaefer, ha reconocido que están buscando la forma de ganar más dinero por cada coche que venden, aunque no dan con la solución.
El pasado mes de marzo, Volkswagen desveló los resultados del año 2022. Un curso complicado que se cerró con un beneficio operativo de 2.600 millones con un rendimiento del 3,6% por cada vehículo vendido. Durante la conferencia de datos, el propio Schaefer comentó: “En 2022, guiamos con éxito a Volkswagen a través de aguas operativas difíciles y, al mismo tiempo, hicimos nuestra tarea a nivel estratégico”. Junto a estas declaraciones se anunció la llegada de 10 modelos eléctricos para 2026, incluyendo el lanzamiento de un eléctrico asequible por menos de 25.000 euros.
Volkswagen, al igual que el resto de marcas del sector, busca ubicarse rápidamente en el mercado de la movilidad eléctrica. Los primeros coches de la familia ID llevan años en el mercado, pero los resultados no son los deseados. Las ventas no crecen al ritmo esperado y todas las esperanzas están puestas en modelos de precio razonable. El sueño de todo conductor europeo que se puede tornar en un grave problema para la compañía. Este caos no es exclusivo de la firma alemana. A Mercedes tampoco le salen las cuentas con su familia eléctrica y ambas compañías se han visto obligadas a recortar sus excesivas ambiciones iniciales.
El caso de los de Wolfsburgo es incluso más delicado. El máximo responsable de la compañía muestra su preocupación ante los números registrados durante el primer trimestre. En Volkswagen esperaban una rentabilidad media de toda la gama (combustión interna y eléctricos) del 6,5%, pero, al cierre del mes de marzo, la cifra tan sólo llegaba al 3%. En un memorando interno al que ha tenido acceso Reuters, Schaefer no esconde la delicada situación: "Podemos ver que nuestra marca, a pesar de todas sus fortalezas, aún no tiene una base económica suficientemente sólida. Necesitamos generar rendimientos buenos y competitivos en tiempos de crisis y en un mundo contínuamente volátil”.
La culpa deriva directamente a la competitividad de los mercados internacionales. El entorno resulta desafiante y no es más esperanzador el riesgo de recesión por los conflictos geopolíticos al este de Europa. Las cadenas de suministros son inestables, la producción excesivamente lenta y los precios de las materias primas y de la energía completamente desenfrenados. “La presión está aumentando, la marca Volkswagen debe actuar”. Los alemanes saben que no pueden subir mucho más el precio de sus coches, que ya de por sí es elevado, así que deben buscar soluciones alternativas para mejorar los márgenes.
El objetivo principal es reducir los costes. La seguridad laboral de los trabajadores está garantizada, aunque puede que el número total de trabajadores se reduzca. Todo apunta a que Volkswagen estrechará aún más la colaboración con las otras compañías del conglomerado alemán. Compartir tecnologías, sistemas y plataformas en mayor medida de lo actual. En el ya mencionado memorando, Schaefer reconoce que se están ultimando los detalles de una importante renovación de la marca que se dará a conocer durante las próximas semanas o meses.
