No es ningún secreto que la llegada del coche eléctrico ha puesto patas arriba la industria del motor. El cambio de mentalidad ha supuesto que las marcas tengan que cambiar sus planes sobre la marcha con el objetivo de adaptarse a nuevas normativas y tendencias de compra. Europa se ha consolidado como el adalid de la movilidad sostenible, pero todo el mundo se ha sumado a una ola que no todas las marcas están afrontando con éxito. Volkswagen es uno de los pesos pesados del sector. Un líder natural en ventas que está sufriendo ante esta nueva etapa. Tanto es así que el propio Gobierno alemán teme sobre su estrategia.
Hay que echar la vista atrás para ver de dónde vienen los problemas. La llegada de Tesla al panorama internacional, acompañado del éxito de sus coches, marcó un punto de inflexión en los despachos de todo el mundo. Todas las marcas vieron el camino del futuro y Volkswagen fue una de las primeras en reaccionar. Sin embargo, las prisas durante la etapa de Herbert Diess están teniendo sus consecuencias en la actualidad. Rápidamente, los alemanes trazaron una agenda difícil de cumplir y, lo que es peor, excesivamente optimista en cuanto a volúmenes y rentabilidad.
Las familias eléctricas del conglomerado alemán son portada de muchas noticias en todo el mundo. Sin embargo, en el mundo real, en el de las ventas, las cosas no van tan bien como parecen. Si bien el Grupo Volkswagen se sitúa como el tercer mayor productor de coches eléctricos del mundo, tras Tesla y BYD, el beneficio neto ha caído 20 puntos. Tal ha sido el caos que Diess acabó despedido y ahora las riendas las ha cogido Oliver Blume. Aunque hace ya más de un año del cambio de sillones, el nuevo responsable de la corporación tiene que trabajar a contrarreloj para revertir la situación. Lo que más peligra es China.
El país asiático vive un auténtico frenesí eléctrico. Ya es el mercado más importante del mundo al respecto y lo seguirá siendo durante mucho tiempo ante el enorme potencial de compradores. Todas las marcas centran su actividad en China y allí Volkswagen parece estar perdiendo interés ante la llegada de nuevos modelos y fabricantes locales. Algunos expertos aseguran que la oferta es tan grande que supera a la demanda. Demasiados modelos y muchos de ellos atentan directamente contra las unidades eléctricas de la marca. Contra Volkswagen y Skoda en realidad, porque Audi sigue inmersa en una larga colección de problemas con sus próximos lanzamientos eléctricos.
En Europa, la situación no es mucho mejor. Todas las marcas del grupo se han visto obligadas a elevar significativamente las tarifas de sus coches. Volkswagen siempre se ha situado como uno de los fabricantes más populares, pero hoy sufre constantes retrasos por falta de suministros y el rechazo de muchos clientes al ver las facturas. Alemania se ha visto obligada a elevar el precio ante la escalada de los costes de producción. Sin embargo, aumentar las tarifas no está sirviendo para mantener la rentabilidad de la flota. Los márgenes de beneficios preocupan. En 2022, cerraron con un rendimiento del 3,6% por coche, un dato muy inferior al 6% o 6,5% que debería estar consiguiendo.
Como es lógico, el Gobierno alemán está muy preocupado por la estabilidad de una de sus empresas más grandes del país. Tal y como recoge Automotive News Europe, la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, ha señalado que "para nuestra nación, donde la industria automotriz representa una gran parte de la creación de valor, esto no es sólo una cuestión económica, sino también de seguridad". Hay en juego no sólo decenas de miles de millones, sino también miles de puestos de trabajo. A Volkswagen se le acaba el tiempo para acertar con su estrategia con respecto a los coches eléctricos. Corre el riesgo de quedarse estancado y ser superado por sus más inmediatos rivales, así como por las cada vez más numerosas marcas chinas que se presentan en Europa.