Si hacer que un coche funcione a nivel comercial ya es una tarea complicada para cualquier fabricante, más aún es que un coche eléctrico goce de un protagonismo significativo en el ámbito de las ventas en Europa, que, por otro lado, es un mercado bastante complicado por la exigencia de su público. Básicamente, aquí se buscan coches, ahora híbridos o eléctricos, de alta calidad y bajo precio, a poder ser de tipo SUV y de tamaño no muy acentuado, lo que deja poco margen de maniobra a las marcas.
Esta tesitura se refleja de manera muy gráfica en Volkswagen, que, con su ex-CEO Herbert Diess a los mandos de la firma, dibujó una estrategia en la que los Volkswagen ID.3 e ID.4 iban a ser los encargados de poner contra las cuerdas a la mismísima Tesla.
Casi cuatro años después, se ha podido comprobar que la fórmula ejecutada entonces por Volkswagen con el coche eléctrico no ha sido la acertada: sus coches a batería, aunque están entre los eléctricos más vendidos de Europa, no han tenido el rotundo éxito que se esperaba. No en vano, la propia firma los había puesto a la altura del Beetle y del Golf, dándoles la importancia que antaño tuvieron estos modelos.
Los motivos de este tropezón están claros: son mucho más caros que la competencia directa y, además, dada la rapidez con la que evoluciona el mercado y la tecnología, ya no resultan tan competitivos en términos de eficiencia.
Todo lo anterior ha derivado en que la marca se encuentre en una situación alarmante, pues necesitan dar con la manera de elevar su protagonismo en el apartado de las ventas para no encaminar la firma hacia la quiebra. Para esquivar la bancarrota, la marca ya tiene, parece, la fórmula que les puede devolver a la senda del éxito y la clave está donde ha estado siempre: en el Volkswagen Golf.
Está confirmado que para la próxima generación del Golf, que será la novena, habrá una versión eléctrica del mítico compacto alemán y que esta no tendrá cabida en la gama de manera paralela a un Volkswagen ID.3. Lo ha asegurado la propia firma, tal y como ha destacado recientemente Top Gear con unas declaraciones de Kai Grunitz, máximo responsable de la Oficina Técnica de la marca.
"No hay espacio suficiente para tener dos o tres modelos diferentes que se adapten a un mismo cliente. Hemos empezado a trabajar en un Golf totalmente eléctrico. Tenemos ideas concretas de cómo será, pero veremos cómo evoluciona el mercado". En este sentido, ha afirmado que habrá un pequeño solapamiento, un relevo, entre el ID.3 y el Golf.
Estas declaraciones se produjeron en el marco de la presentación a la prensa del renovado Golf. El compacto alemán acaba de pasar por el típico refresco de media vida de su actual generación, la octava, para con ello afrontar de manea más efectiva el final de su vida comercial, que se encuentra en su ecuador. Está previsto que esté a la venta hasta aproximadamente 2028, año en el que se presentará su próxima iteración.
Actualmente, el Golf tiene una de las gamas de motorizaciones más completas que existen: se vende con mecánicas híbridas ligeras, híbridas enchufables, diésel y gasolina convencionales, además de las versiones deportivas GTD (diésel), GTI y R (gasolina) y GTE (híbrido enchufable).
Adolece, como se ve, de una versión eléctrica que sí tuvo la séptima generación, lanzada en 2014. Estuvo a la venta hasta diciembre de 2020. Tenía una batería pequeña (unos 35 kWh) y poca autonomía (menos de 200 kilómetros en uso real). Aun así, justo un año antes de su cese comercial consiguió alcanzar las 100.000 unidades producidas, tal y como informó la propia marca en su momento. Una buena cifra teniendo en cuenta que llegó al mercado cuando aún el coche eléctrico no había calado entre el público como sí lo ha hecho ahora.