El fabricante de automóviles Volvo y Polestar, la empresa creada por la marca sueca para el desarrollo de vehículos eléctricos de altas prestaciones, han sido clasificadas en Estados Unidos como dos empresas independientes, con lo que podrán acceder al crédito fiscal de 7.500 dólares ofrecido por el gobierno federal de forma autónoma. Esto significa que cada uno de ellos podrá vender hasta 200.000 vehículos eléctricos entre todos los estados, antes de que comience a reducirse el crédito y posteriormente cancelarse.
Las ayudas federales en EEUU, con cantidades que van de 2.500 a 7.500 dólares por coche se limitan a las primeras 200.000 unidades fabricadas por cada marca. Arrancaron en 2007 con el fin de promocionar la venta de vehículos eléctricos y compensar el sobrecoste que supone la desconfianza de los compradores ante una tecnología disruptiva, la ausencia de una economía de escala inicial por el escaso número de ventas y la inversión en I+D que requieren tiempo para ser amortizada.
Si bien el Polestar 1 será el primero de los modelos electrificados que pondrá en el mercado la marca subsidiaria de Volvo, a mediados de este año, su precio, 155.000 euros, no lo convertirá en un modelo con altas cifras de ventas. Pero sí puede aspirar a ellas el Polestar 2 que llegará el mercado en 2021 con un precio de partida de 39.900 euros. Si bien tiene un parecido bastante evidente con los diseños de Volvo, sus ventas no contabilizarán con las de la marca matriz, sino que se le asignarán a su marca subsidiaria.
Esto le dará al fabricante sueco una ventaja inicial en Estados Unidos en comparación con otros fabricantes de vehículos eléctricos, sobre todo americanos, que ya han hecho constar su desacuerdo con esta medida y demandan más apoyo del gobierno federal estadounidense.
Fabricantes como General Motors, que ya ha superado la barrera de 200.000 vehículos electrificados, no dispone de una contabilidad diferenciada para Chevrolet y, para, por ejemplo, Cadillac, lo que claramente es un agravio comparativo. Sin embrago, la decisión se basa en que Polestar es propiedad al 50% de Geely y de Volvo, que a su vez también es propiedad del grupo chino, a diferencia de otras marcas que son propiedad únicamente de un grupo automovilístico.
El portavoz de Polestar, JP Canton, no ha querido intervenir en la polémica creada ante esta disparidad de tratamiento entre las empresas locales y la empresa conjunta europea: "No conozco la situación de General Motors, Polestar es una marca independiente propiedad de Geely y Volvo al 50%, con nuestra propia fábrica y nuestro propio sistema de administración".
Otro factor por el que otros fabricantes, como Tesla, están levantando la voz y reivindicando nuevas políticas que beneficien a los fabricantes nacionales, es el constante apoyo a los vehículos movidos por combustibles sólidos de la administración de Trump y la falta de soporte a las nuevas tecnologías de propulsión basadas en energías limpias. Un cambio radical teniendo en cuenta que anteriormente sí eran apoyadas tanto por demócratas y republicanos con el objetivo de alcanzar el liderazgo tecnológico en este mercado.
Nueva instalación en Reino Unido
Polestar ha establecido un nuevo centro de I+D en Reino Unido para fortalecer su capacidad de diseño de vehículos eléctricos de alto rendimiento. En él trabajarán, en principio, 60 ingenieros que continuarán el desarrollo del Polestar 3 y de los siguientes modelos de la marca como parte de la red su ingeniería global. El equipo inicial se ampliará a lo largo de 2019 con el objetivo de desarrollar nuevas tecnologías y nuevos materiales que formarán parte de los vehículos de su catálogo en el futuro.