A Wang Chuanfu (Shenzen, 1966) el tiempo le ha terminado dando la razón. Cuando en 2003 anunció que su empresa BYD, entonces uno de los mayores fabricantes de baterías para dispositivos móviles de China, se dedicaría a la producción de vehículos eléctricos, la firma asiática perdió a gran parte de sus inversores. El empresario prometió que en 2030 se convertiría en el mayor fabricante mundial y, en 2018, ha conseguido ser el gran dominador del mercado chino. "La temporada de la cosecha está llegando", ha reconocido Wang en muchas ocasiones en las que sus inversores vuelven a sembrar las juntas de accionistas de dudas.
Las cifras de ventas del pasado mes de noviembre indican que las perspectivas de Wang en 2003 iban bien encaminadas. BYD (Construye Tus Sueños, por sus siglás en inglés) es el único fabricante de vehículos eléctricos del mundo que consigue seguir la estela de la firma californiana Tesla. Una producción de casi 200.000 unidades en el acumulado del año gracias a algunos de los modelos más vendidos en China.
Los sueños de Wang comenzaron en 1995, cuando fundó su empresa. Antes, se había licenciado en Química por la Central South University de Changsha, en China, para posteriormente obtener un máster en Ciencias por el Instituto Non-Ferrous de Pekín. Con 29 años fundó BYD junto a su primo, Lu Xiangyang, como una compañía dedicada a la fabricación de baterías para la incipiente industria de los teléfonos móviles.
Wang ya tenía en mente tres pilares sobre los que construir la empresa ecológica del futuro: coches solares, eléctricos y estaciones de ahorro energético. Estableció la sede en Shenzen, su ciudad natal, y una de las grandes metrópolis de la industria de la automoción en China. Actualmente, el empresario reside allí junto a su mujer.
En 2003 anunció sus intenciones de convertir BYD en el mayor fabricante mundial de vehículos eléctricos para 2025. La noticia provocó un gran revuelo entre los accionistas de la compañía. Muchos no creyeron en Wang y vendieron sus participaciones en Bolsa, provocando una caída de las acciones de BYD del 31% en apenas tres días en lo que a la postre se convertiría en el peor momento bursátil de la historia de la firma. Sin embargo, Wang no cesó en su empeño y siguió adelante.
Los siguientes años trajeron el desarrollo de las baterías para aumentar la autonomía de los vehículos y BYD fue uno de los actores importantes en este apartado como proveedor e inversor de compañías dedicadas a la producción de unidades de carga. Las perspectivas que se cernían entonces sobre los vehículos electrificados cambiaron radicalmente. El lanzamiento del F3, uno de los primeros coches completamente eléctricos de China, atrajo a muchos inversores, entre ellos el magnate norteamericano Warren Buffet.
Buffet adquirió un 10% de los títulos de BYD y provocó, no solo una subida sin precedentes en la cotización del fabricante, sino que también se convirtió en un importante reclamo para otros accionistas de magnitud. La subida en Bolsa aupó a Wang a ser la persona más rica de China desde el puesto número 23 de la lista de la revista Forbes. El empresario llegó a amasar una fortuna valorada en 5.800 millones de dólares (unos 4.000 millones de euros) siendo su patrimonio actual de unos 4.400 millones de dólares (unos 3.800 millones de euros al cambio actual).
Wang ha sido catalogado por los analistas del mercado como un visionario por anticiparse a la industria del vehículo eléctrico; como un genio por sus innovaciones en hardware y tecnología y como un gran gestor, gobernando BYD en los mejores y en los peores momentos y siempre con balances positivos.
El empresario espera ahora que la regulación le acompañe en los años venideros. Espera que China prohíba la venta de los motores de combustión en 2030, algo que ya ha dejado entrever el Ejecutivo del gigante asiático. Y espera que los organismos del resto del mundo actúen de la misma forma. "El calendario de China no estará detrás del de los países europeos", reconoció Wang, en declaraciones recogidas por la publicación Bloomberg. Además, pretende que su país electrifique al completo la flota nacional de vehículos comerciales para 2025, lo que daría el impulso definitivo para que BYD cumpla el sueño de su fundador: convertirse en el mayor fabricante de la historia de vehículos eléctricos.