Trabajar con paneles solares implica tener una fuente sostenible de generación de energía, pero están limitados a las horas en las que la luz solar incide sobre los mismos. O al menos eso será así durante un tiempo, y hasta que proyectos como el de Reflect Orbital salgan adelante, lo que permitiría generar electricidad limpia también por la noche.
La start-up norteamericana en cuestión ha ideado un sistema de satélites que serían capaces de reflejar la luz del Sol de otros puntos del planeta para hacerla incidir en zonas concretas en las que haya instalados paneles solares. De ese modo, a cualquier hora del día podrían estar operando.
Más horas de sol en cualquier punto concreto
El ambicioso plan de la empresa liderada por Ben Nowack plantea rodear La Tierra al completo con sus satélites (equipados con grandes espejos), de forma que se pueda ofrecer luz solar 'bajo demanda' a cualquier punto del planeta.
Todavía no se ha enviado al espacio ninguno de estos satélites, pero sí que se han realizado pruebas iniciales, haciendo uso de un globo aerostático equipado con uno de estos espejos y situado a 3 kilómetros de altura. El resultado fue la posibilidad de desviar hasta 500 watios de energía de un punto a otro.
No es la primera vez que alguien plantea algo similar, pues un equipo de ingenieros rusos estuvo trabajando en un proyecto denominado Znamia, capaz de extender la luz solar en un radio de 4 kilómetros.
Pero lo cierto es que aquello no terminó con los resultados esperados, pues la intensidad de luz reflejada no era lo suficientemente potente como para que fuera viable invertir en algo así.
Por aquel entonces corrían los años 90', pero ahora la tecnología ha avanzado mucho más, y las pocas pruebas en entorno real y los tests virtuales de Reflect Orbital apuntan hacia una capacidad realmente considerable como para seguir adelante.
Retos y expectativas de Reflect Orbital
Ahora la intención es lanzar el primer satélite al espacio para finales de 2025, momento en el que podrán demostrar si las expectativas del sistema se cumplen, y si de verdad son capaces de enviar luz solar a paneles situados en zonas concretas de La Tierra en las que en ese momento la intensidad es escasa o nula.
Hablamos de un reto muy complicado, además de especialmente caro, si tenemos en cuenta que se necesitarían unos 60 satélites repartidos a nivel global, y situados a 600 kilómetros de altura cada uno.
También hay otros problemas asociados a proyectos así, como el aumento de la basura espacial, la contaminación lumínica de algunos territorios y otras complicaciones que puedan aparecer durante su funcionamiento. Por su parte, los responsables del proyecto aseguran que tienen todo esto bajo control, y que no afectaría a la población.