La energía solar es una de las fuentes renovables que más interés está teniendo por parte de la humanidad. Cada vez es más común ver tejados con placas fotovoltaicas para tener abastecimiento sin depender de una red de suministro. Ahora bien, ¿y si la solución estuviera relacionada con la incorporación de granjas solares en el Espacio? Esta disparatada idea está dejando de serlo desde hace una década. Conozcamos, con más detalle, qué podría democratizar la industria energética en la Tierra.
El futuro de la energía en nuestro Planeta podría pasar por el uso de las granjas solares espaciales
La idea, en términos teóricos, parece ser muy sencilla. Bastaría con agregar paneles solares con hasta un kilómetro de superficie en el Espacio. Orbitarían junto a la Tierra y permitiría obtener un nivel de eficiencia muy superior del que disponen los actuales en la Tierra. El envío de la energía recopilada se produciría mediante un sistema de microondas, siendo recepcionada por instalaciones repartidas en todo el Planeta.
Como es lógico, este concepto tiene aún una serie de elementos que requieren de una vuelta, pero las granjas solares de esta clase llevan años siendo discutidas. Sin ir más lejos, ya ha sido posible obtener electricidad en el espacio exterior y enviarla con éxito a un receptor situado a unos metros de distancia con capacidad suficiente para encender un par de luces LED. De hecho, también ha sido posible captar la recepción de la onda mediante este sistema en nuestro planeta, pero no fue suficiente para sacar rédito de la electricidad recibida.
Este nuevo concepto plantea la posibilidad de enviar microondas a lugares muy concretos en la corteza terrestre, cuyo margen de error no debería ser superior a muy pocos metros. Bajo esta premisa, se conseguiría aprovechar esta electricidad para el abastecimiento de ciudades y países enteros, consiguiéndose una eficiencia como jamás antes se había logrado a través de una fuente de energía sostenible. Estas granjas solares, no obstante, tienen como principal limitación la propia instalación en las alturas.
Entre las distintas posibilidades que estarían valorándose, llama especialmente la atención la planteada por el profesor Ali Hajimiri y su equipo. Aprovechando la caída masiva en los precios de envío de satélites al Espacio, podría ser viable la producción de pequeños paneles para su posterior ensamblaje en el lugar de instalación. Para ello, se requeriría la creación y programación de unidades robóticas, un concepto aún muy teórico que plantea algunas dudas.
Los primeros cálculos efectuados plantean la posibilidad de que esta tecnología pueda ser hasta un 50% más eficiente que la actual idea que se tiene de placas fotovoltaicas. Su instalación en el Espacio permitiría la obtención de más electricidad y se produciría una reversión de las emisiones causadas por el despegue del cohete en un plazo de tiempo muy corto.