Hay una cosa que no es discutible y es que un vehículo eléctrico contribuye a mejorar la calidad del aire donde circula en comparación con un vehículo equivalente con motor de combustión interna. Dicho de otra manera, la mejora en la calidad del aire de manera local es directa e inmediata desde el primer momento de uso. Con la proliferación del reparto de último kilómetro y las restricciones de acceso a vehículos contaminantes, en los núcleos urbanos cada vez hay más furgonetas eléctricas. Pero, ¿cuánto contribuyen a mejorar la calidad del aire?
Mercedes-Benz Vans (la filial de furgonetas de Mercedes) y la compañía logística DHL Express han llevado a cabo una prueba piloto para obtener métricas concretas sobre cómo puede repercutir en el medio ambiente la sustitución de furgonetas con motor diésel por sus equivalentes 100% eléctricas.
La iniciativa se ha desarrollado durante un mes en la ciudad de Vitoria-Gasteiz y ha consistido en realizar las mismas rutas de entrega, en iguales condiciones de carga, con una Mercedes-Benz Sprinter 314 CDI (diésel) durante dos semanas y con una eSprinter eléctrica durante las otras dos semanas.
Los resultados hablan por sí solos. En las mismas condiciones de trabajo, utilizar una furgoneta eléctrica ahorra 10,57 toneladas de emisiones directas de CO2 al año en comparación con una Sprinter diésel equivalente. Hablamos de un solo vehículo al año; en una flota entera, la reducción de emisiones de CO2 puede ser enorme.
Mientras que el CO2 es un importante causante del efecto invernadero, no es el único contaminante que sale por el tubo de escape de un vehículo diésel: los óxidos de nitrógeno (NOx) son de los que más efectos adversos pueden causar en la salud. En ambientes urbanos, alrededor del 75% de los óxidos de nitrógeno en el aire son causados por el tráfico rodado, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Tras el estudio realizado por Mercedes y DHL, se ha llegado a la conclusión de que la furgoneta eléctrica evita la emisión de 2,4 kilos de óxidos de nitrógeno por vehículo y año en comparación con la Sprinter 314 CDI. Hay que tener en cuenta que la Sprinter diésel va equipada con un sistema de AdBlue que permite reducir muy notablemente la emisión de óxidos de nitrógeno, aunque no los elimina por completo.
Lógicamente, esto va acompañado de un importante ahorro en combustible. Con la eSprinter eléctrica se ahorran 3.990 litros de combustible fósil (en este caso diésel) por vehículo y año. Mercedes también destaca la reducción de residuos contaminantes como el aceite de motor, filtros de aceite y filtros de combustible, de los cuales carece el vehículo eléctrico.
Sin embargo, y para tener un marco completo del problema, habría que señalar también las emisiones de CO2 generadas en la fabricación de las baterías de la furgoneta eléctrica. Aunque la producción de un vehículo eléctrico (incluyendo la batería) genera más emisiones de carbono, se acaban compensando durante su vida útil. En el caso de España, con una producción de electricidad bastante limpia, se pueden compensar relativamente pronto, de manera que, utilizar un vehículo eléctrico, es positivo tanto a nivel local como a nivel macro -especialmente si hablamos de un vehículo comercial, en cuya vida útil hace más kilómetros que un turismo medio-.
Emisiones de gases aparte, hay otra reducción importante que tiene que ver con la contaminación acústica y el confort para el conductor. Y es que el ruido se reduce drásticamente cuando se utiliza una furgoneta eléctrica. Más concretamente, el conductor recibe menos de la mitad del ruido (-55%) con una eSprinter eléctrica que con una Sprinter diésel. La contaminación se reduce de media en 11,16 dB (57,02 dB de la eSprinter vs 68,18 dB de la Sprinter 314 CDI). En zonas urbanas de baja velocidad (30 km/h), la diferencia es todavía mayor, pues el ruido se reduce en un 71%.