Las motocicletas y scooters eléctricos están demostrando ser la opción más lógica y asequible para quienes quieren dar el salto a la movilidad eléctrica sin tener que desembolsar toda la cantidad que requiere un coche eléctrico para su compra. No obstante, y al contrario de lo que sucede en sus homónimos de gasolina, hay dos tipos de scooters y motos eléctricas en base a su propulsor, pues pueden recurrir a un motor central o de tipo buje, lo que genera dudas sobre cuál es mejor o qué ventajas e inconvenientes aporta cada solución. También se pueden distinguir por tipo de batería, pues existen baterías fijas y extraíbles que permiten su carga de manera ajena a la motocicleta.
En Híbridos y Eléctricos hemos tenido la oportunidad de probar las motos y scooters eléctricos equivalentes a 125 más interesantes de todo el mercado español, entre los que hemos visto modelos con ambos tipos de motor eléctrico, y son precisamente las de mayor precio las que recurren a motores eléctricos centrales, lo que resulta indicativo de qué solución es la mejor.
Existen varias diferencias entre un tipo de propulsor y otro, y se pueden encuadrar a grandes rasgos en términos de costes y mantenimientos, fiabilidad y rendimiento.
Mantenimientos y costes
Un motor eléctrico central siempre será más caro de desarrollar y equipar que uno de tipo buje, además de que los primeros siempre necesitarán una adaptación previa o un diseño específico por parte de la motocicleta en la que va a tener cabida. Es decir, ambos se pueden incorporar encualquier tipo de motocicleta, haya sido diseñada o no desde un principio como una eléctrica, pero el de tipo buje es mucho más fácil y económico de adaptar.
Además de ello, al estar colocado de manera ajena a la rueda y acoplado en la propia estructura de la motocicleta, un motor eléctrico central siempre necesitará de una transmisión para mandar la potencia a la rueda trasera, lo que encarece tanto el coste de la compra como los mantenimientos, ya que al equipar tanto una una cadena o una correa dentada, estas necesitarán de mantenimiento y sustitución al cabo de un uso y tiempo determinados, mientras que un motor eléctrico de tipo buje no necesita ser tratado.
En términos de costes y mantenimientos, la única desventaja que se puede achacar a un motor de tipo buje es que llegado el momento de necesitar un reemplazo del neumático trasero pueden surgir complicaciones, sobre todo en estas tempranas etapas de adopción de modelos eléctricos. Y es que para cambiar el neumático se necesita desconectar el propulsor del esquema eléctrico, lo que complica el proceso y puede dar lugar a malas conexiones si no se procede de manera adecuada.
Fiabilidad
Tanto motores eléctricos centrales como de tipo buje están demostrando ser soluciones que no sufren de ningún tipo de mal endémico, y destacan por tener una vida mucho más duradera que cualquier motor de gasolina similar.
Sin embargo, los motores eléctricos apostados en la rueda tienen una gran desventaja con respecto a los centrales. Y es que al tratarse de masa no suspendida y formar parte de la propia rueda, el motor absorbe con ella todas las irregularidades e imperfecciones del asfalto.
Esto significa que cualquier golpe o sacudida afectará de manera directa al motor de tipo buje, mientras que al central apenas llegará al haber absorbido previamente el sistema de amortiguación la violencia del impacto en gran medida. También estarán sometidos los motores eléctricos integrados en la rueda a las constantes vibraciones que transmita el asfalto, sobre todo cuando no esté en estado óptimo.
Rendimiento
Los motores eléctricos embebidos en la llanta tienen un claro límite en cuanto a potencia marcado por las revoluciones que puedan llegar a alcanzar, que quedan acotadas por la propia velocidad de giro de la rueda trasera, así como también la tensión que transmita al motor su esquema eléctrico. Un motor eléctrico central siempre será capaz de girar a un mayor régimen y con menos esfuerzo que uno de tipo buje, por lo que será capaz de entregar una potencia mayor de manera más eficiente. Esto último también tiene una repercusión directa en cuanto a temperatura.
En este sentido, si un fabricante está determinado a que un motor de tipo buje rinda más potencia de la habitual, deberá trabajar con un sistema eléctrico de mayor tensión que sea capaz de transmitir más energía a la rueda trasera cuando así se lo exija el piloto, lo que propicia que la temperatura de trabajo del motor se eleve, pudiendo llegar a afectar de lleno al rendimiento de la motocicleta en determinadas circunstancias, con avisos por altas temperaturas por parte del scooter o moto e incluso pérdida de potencia total o parcial.