Además de los coches eléctricos, en las ciudades están apareciendo otros vehículos alimentados por baterías que son utilizados por una proporción cada vez mayor de usuarios en todo el mundo. Es el caso de los scooter eléctricos, muy populares en las grandes ciudades densamente pobladas de China, Taiwán y Vietnam, y que ahora se están haciendo un hueco entre las preferencias de los ciudadanos occidentales. Suponen una magnífica opción que ayuda a descongestionar las ciudades, son fáciles de estacionar y además aportan su granito de arena contra la contaminación del aire.
El análisis de mercado realizado recientemente por Grand View Research sugiere que el de los scooters eléctricos alcanzará un valor de 42.000 millones de dólares en el año 2030, lo que representa una tasa de crecimiento anual del 8,5%. Aunque Asia mantendrá la mayor parte de este mercado, las economías occidentales también notarán de manera gradual este incremento. Estos vehículos desempeñarán un papel muy importante en las futuras políticas de movilidad eléctrica de muchos países. Este hecho se demuestra con su inclusión entre los beneficiados por los planes de ayuda para la compra de vehículos eléctricos que se están implementando.
La recarga, la autonomía y la durabilidad: así deben ser los scooters eléctricos del futuro
La mayoría de los scooter eléctricos tienen un motor cuya potencia de salida está entre los 8 kW y los 12 kW (10-16 CV) y que se alimenta de una batería de iones de litio. La eficiencia de la recarga de esta batería es el primero de los factores importantes de los futuros scooter eléctricos. Los fabricantes reconocen este aspecto como una de las áreas en las que es posible marcar una considerable diferenciación de producto, ofreciendo, por ejemplo, una carga más rápida que recupere la autonomía de la batería en muy poco tiempo.
Smart Scooter Eléctrico.
Hay que tener en cuenta que su capacidad energética no es elevada y que no se precisa una gran potencia de recarga como es el caso de los coches eléctricos. Esta es precisamente una ventaja sobre ellos, ya que no requieren necesariamente un equipo de carga dedicado. Muchos modelos cuentan con baterías y cargadores portátiles que se pueden llevar a la vivienda o a la oficina para recargarlas a través de una toma de corriente convencional. En este caso, el scooter debe contar con una pequeña batería auxiliar de 12 V que mantenga la alimentación de los componentes electrónicos de control del sistema cuando se retira la batería de tracción.
De media, un scooter eléctrico recorre entre 45 y 55 kilómetros entre recargas. Esta es otra asignatura pendiente que en muchos casos ya se está subsanando con modelos que transportan baterías adicionales, para duplicar o triplicar la autonomía básica. Esta característica debería reducir la famosa ansiedad de rango de los usuarios.
Este hardware de carga debe ser liviano y tener un factor de forma pequeño, de manera que se integre lo más elegantemente posible en el diseño, no eleve excesivamente el peso del scooter y a la vez ofrezca la máxima autonomía posible. Las baterías con mayor densidad energética, que cuentan con mayor capacidad en el mismo espacio, deben ayudar a dar un salto cualitativo y cuantitativo en este aspecto.
Aunque la autonomía sea el criterio básico para la elección de su tren motriz, eso no significa que no se puedan hacer concesiones respecto al rendimiento. Su motor debe ser capaz de ofrecer un par de aceleración que le permita circular sin problemas en el tráfico urbano y alcanzar velocidades máximas de al menos 80 o 90 km/h en los más pequeños y hasta 120 km/h para los de mayor tamaño y potencia. Además, deben ser capaces de transportar a dos personas sin por ello sufrir una caída en sus prestaciones y disponer de capacidad para transportar cargas razonablemente pesadas. En resumen, deben combinar las características de un vehículo compacto con parámetros operativos elevados y un nivel de eficiencia esperado de entre el 92 y el 95%, que les permitirá soportar una vida útil larga y rentable.
Batería extraíble del Silence S01.
La construcción robusta también es una prioridad. Estos vehículos deben ser capaces de funcionar día tras día durante varios años haciendo frente a un trato rudo y a las condiciones climáticas más adversas. Deben ser capaces de soportar temperaturas que van desde los -40 ºC hasta los 85 ºC, resistir golpes y vibraciones y estar homologados al menos con la clasificación IP67 que les proteja contra el agua y el polvo.
En este sentido la electrónica de potencia debe estar ajustada para evitar las sobretensiones en sus componentes y mantenerlas dentro de los límites admisibles (35-60 V). La gestión térmica debe realizarse mediante sistemas de transmisión de calor por conducción o por convección, que obligan a instalar un disipador térmico, ya que los ventiladores no son prácticos en este tipo de vehículos. También es necesario tener en cuenta la existencia de interferencias electromagnéticas para evitar las perturbaciones que se producen en los circuitos electrónicos por las radiaciones externas. Entre los componentes electrónicos también se encuentra un convertidor (DC-DC) de alta eficiencia que transforme la energía de la batería de 48 V a los 12 V que requieren los servicios del scooter como la iluminación, los sensores, la unidad de control electrónico, ECU, la bocina, etc.
Por último, pero quizás uno de los aspectos más importantes, está el precio, que será clave para el éxito comercial de estos vehículos. En este mercado no solo tienen como rivales a los otros scooter eléctricos, sino que también deben evitar que el comprador se plantee la adquisición de uno de gasolina.