El auge de la micromovilidad eléctrica, en el que se incluyen patinetes, bicicletas y scooters eléctricos, tanto en propiedad como en flotas de vehículos compartidos, está llamando la atención de la industria sobre esta línea de negocio. La consultora americana McKinsey ha elaborado un informe en el que analiza su potencial futuro ante las preguntas que han surgido sobre su tamaño y alcance definitivos.
¿Por qué triunfa la micromovilidad?
Desde 2015, las partes interesadas en el mercado de la micromovilidad han invertido más de 5.700 millones de dólares, de los que más del 85% han sido dirigidos a China. El mercado ya ha atraído una sólida base de clientes y lo ha hecho dos o tres veces más rápido que el coche compartido o los servicios de alquiler de vehículos con conductor como Uber o Cabify. En solo unos pocos años, varias empresas nuevas de micromovilidad han aumentado su valoración hasta superar los 1.000 millones de dólares.
Dos circunstancias han impulsado esta aceleración de su expansión. La primera es que la mayoría de los lanzamientos de servicios de micromovilidad compartida tienen lugar en entornos propicios. Los consumidores urbanos ya se empiezan a acostumbrar, y a valorar, el uso de soluciones para la movilidad compartida, como servicios de carsharing, viajes compartidos o demanda a la carta de automóviles.
Bicicletas eléctricas.
Además, la micromovilidad facilita el transporte diario de las personas. En muchas ocasiones, es más rápido que el automóvil y proporciona mayor libertad para alcanzar su destino y evitar atascos. La micromovilidad se percibe como una "movilidad intuitiva" por el propio diseño de los vehículos; su manejo es muy sencillo y, según indica el informe "los usuarios se sienten rejuvenecidos y la experiencia les lleva a plantearse el uso de un patinete, una bicicleta o un scooter".
Más de una cuarta parte de la población mundial vive en ciudades con más de un millón de habitantes. Y la velocidad del tráfico de vehículos en muchos de esos centros urbanos es de tan solo 15 kilómetros por hora, lo que es una experiencia diaria frustrante y estresante. La micromovilidad ofrece mayores velocidades promedio, evita los problemas de estacionamiento y tiene un menor coste de propiedad, además de ofrecer beneficios para la salud.
En segundo lugar, los aspectos económicos relacionados con la micromovilidad compartida son en gran medida favorables para la industria. A las empresas les resulta mucho más fácil aumentar la flota de vehículos en comparación con las soluciones para compartir basadas en coches que necesitan varios años para ser económicamente viables.
Un scooter eléctrico en un servicio de movilidad compartida puede ser rentable en cuatro meses. Fuente: McKinsey
Por ejemplo, el coste actual de adquisición de un scooter eléctrico es aproximadamente de 400 dólares, en comparación con los miles de dólares requeridos para comprar un automóvil. Una estimación para el caso de un negocio líder en movilidad compartida muestra que un scooter eléctrico podría alcanzar el punto de equilibrio en menos de cuatro meses.
Tamaño del mercado
En teoría, la micromovilidad puede abarcar todos los viajes de menos de ocho kilómetros, que representan entre el 50% y el 60% del total de los desplazamientos que se realizan en la actualidad en China, la Unión Europea y Estados Unidos. Además, también podrían cubrir aproximadamente el 20% de los viajes en transporte público y abrir y cerrar los viajes multimodales, utilizándose como vehículo de primera y última milla.
Sin embargo, McKinsey estima que la micromovilidad compartida canibalizará tan solo entre el 8% y el 15% de este mercado teórico. Sus restricciones eliminan posibles desplazamientos para los que no son funcionales, como por ejemplo ir a la compra, por su espacio limitado para el transporte. También le influyen las condicione climáticas, la edad o su escasa presencia en áreas rurales.
Mercado base y potencial
En su informe, Mckinsey ha elaborado un mercado base para la micromovilidad y ha creado un pronóstico de evolución que revela, para 2030, un mercado potencial que alcanzará entre los 200.000 y los 300.000 millones de dólares en Estados Unidos, entre 100.000 y 150.000 millones de dólares en Europa y entre 30.000 y 50.000 millones de dólares en China.
Tamaño previsto del mercado de la micromovilidad eléctrica en Estados unidos, Europa y China. Fuente: McKinsey.
Por lo tanto, el informe estima que el mercado base de la micromovilidad compartida es de 300.000 millones 500.000 millones en 2030. Esto equivale a alrededor de una cuarta parte del potencial de mercado de conducción autónoma estimado por McKinsey, que alcanzará los 1.600 millones de dólares en 2030.
Las principales diferencias entre las regiones se derivan de las diferentes estrategias de precio por kilómetros comparadas a día de hoy. Por ejemplo, los precios de la Unión Europea son aproximadamente la mitad que en Estados Unidos, mientras que los de China son aproximadamente el 20%. En el futuro, estas diferencias podrían disminuir ya que se prevé un aumento de los precios, sobre todo en China.
Si bien el mercado base representa un escenario de mercado saludable, la pregunta es qué ocurrirá cuando la micromovilidad se convierta en un negocio de miles de millones de dólares. Para que este potencial de mercado se convierta en una realidad, las ciudades necesitan apoyar micromovilidad compartida de forma proactiva, impulsando aún más este modelo de negocio con la resolución de sus puntos débiles y la adecuación de las normativas.
Entre estas acciones se incluyen la prohibición de automóviles en distritos congestionados o muy contaminados, o la creación de incentivos para el uso de la micromovilidad en viajes cortos aumentando significativamente los precios de la movilidad compartida basada en automóviles. Las ciudades también pueden instalar centros intermodales para facilitar el intercambio entre la micromovilidad y el transporte público.
Los patinetes eléctricos han logrado una gran aceptación en las ciudades
Sin embargo, ya se están produciendo problemas en algunas ciudades como son los vehículos abandonados por los clientes por haberse quedado viejos o estar dañados, las preocupaciones sobre la seguridad y las bajas barreras de entrada. Estas circunstancias están provocando que algunas ciudades estén dudando sobre si aceptar o no esta nueva forma de movilidad.
Conclusiones
El fenómeno de la micromovilidad tiene el potencial de alterar la industria. Que se mantenga la tendencia creciente en estos primeros años dependerá en gran medida de cómo reaccionen las ciudades ante el servicio. La industria espera que los ayuntamientos vean en la micromovilidad un antídoto contra la congestión y la contaminación y una manera de brindar a los consumidores una alternativa real y diaria. Sin embargo, las ciudades podrían verlo en forma negativa. En consecuencia, además de empujar sus negocios, las empresas del sector tendrán que ejercer labores de influencia sobre las administraciones asumiendo un rol proactivo para la creación de una verdadera industria en las áreas urbanas clave.