Con los patinetes eléctricos compartidos, en París ha ocurrido lo mismo que en casi todas las grandes urbes: la pandemia del Covid-19 impulsó la proliferación y, en paralelo, se produjo un aumento generalizado de los accidentes provocados por el mal uso de estos vehículos. Los patinetes eléctricos debutaron en la capital gala en 2018 y hoy circulan más de 15.000 de alquiler con más de 1,2 millones de usuarios registrados en los tres operadores de la ciudad, Lime, Dott y Tier.
Es cierto que la capital gala ha sido una de las ciudades que más fuertemente ha regulado el mercado de los patinetes eléctricos compartidos: limitando las velocidades máximas a tan solo 10 km/h y exigiendo a los pasajeros que usen áreas de estacionamiento exclusivas. Una decisión que las propias empresas han señalado como un ejemplo de cómo pueden llevarse bien con las ciudades. Sin embargo, ahora se ha convertido en la primera ciudad en poner en entredicho por completo su política de contratos de micromovilidad compartida.
Los tres principales operadores estaban a la espera de renovar la concesión un año más a partir de febrero de 2023, pero, para ello, antes tenían que superar un complicado examen que pasaba por lograr el visto bueno de los ciudadanos. En efecto, esta renovación estaba supeditada a un referéndum previo en el que se les preguntaría a los parisinos si querían mantener este servicio. La alcaldesa, Anne Hidalgo, defensora de su retirada, lo convocó para el pasado domingo 2 de abril. El resultado de la consulta ha sido contundente.
Los datos hablan por sí mismos
En el referéndum del pasado domingo, los residentes de París votaron en un 89% en contra de mantener los patinetes eléctricos compartidos. Las tres empresas que operan en la Ciudad de la Luz deberán retirar sus flotas, un total de 15.000 patinetes, antes del 1 de septiembre.
Hidalgo, que originalmente les dio la bienvenida a su ciudad ha establecido una estrategia para que París se convierta en una ciudad más habitable. Además del uso de sistemas de micromovilidad como este, ha propuesto políticas para recuperar estacionamientos para los automóviles, carriles para bicicletas y áreas amigables para los peatones. Ahora, sin embargo, los patinetes compartidos han recibido un gran rechazo por parte de muchos residentes de la ciudad que a menudo se quejan de conductores imprudentes y de desorden en las aceras.
La alcaldesa aseguraba el domingo pasado que los patinetes son la causa de muchos accidentes y que el modelo de negocio era demasiado caro para ser sostenible: un viaje de 10 minutos cuesta unos cinco euros. También aseguró que los patinetes “no son tan amigables con el clima como ella quisiera”. Su uso sustituye más a los que caminan o usan el transporte público que a los coches privados.
Un estudio de 2019 desveló que solo el 7% de los kilómetros recorridos por lo patinetes reemplazan los viajes en automóviles particulares y en taxi. Según Hélène Chartier, directora de Planificación Urbana de C40, una red global de alcaldes cuyo objetivo es adoptar medidas urgentes contra el cambio climático, se trata de una cantidad que prácticamente “no es nada”.
“Como parte de un paquete de movilidad que París ofrecería como alternativa a los automóviles, podrían haber sido una opción”, advertía Chartier. “Pero si sumas los accidentes y la dificultad en el uso del espacio público, en algún momento hay que decir que esa no es la principal solución. Deberíamos invertir más en bicicletas, convencionales y eléctricas, y en animar a los ciudadanos a caminar”.
La defensa de las empresas: la baja participación
En un comunicado conjunto, Dott, Lime y Tier acusaron a la baja participación electoral del resultado tan negativo del referéndum. Solo 103.084 personas acudieron a votar, lo que representa alrededor del 7,5% de los votantes registrados en París. En su opinión, las reglas restrictivas, el número limitado de colegios electorales, las largas filas que disuaden a los votantes jóvenes y la ausencia de un sistema de votación electrónica da como resultado una combinación con “un fuerte sesgo en los grupos de edad, lo que ha ampliado la brecha entre pros y contras”.
Además, las compañías denunciaron que el referéndum se llevó a cabo el mismo día de la maratón de París y que solo los residentes podían votar, dejando fuera a los que viven en las afueras de la ciudad, pero que viajan diariamente por el interior.
Para lograr el voto de los más jóvenes, las empresas confiaron en usuarios influyentes de las redes sociales. Además, ofrecieron viajes gratis el domingo para facilitar acercarse a los colegios electorales. Estos esfuerzos parecen haber sido en vano porque en las colas electorales había una alta proporción de votantes mayores.
¿Y qué pasa ahora?
El referéndum no es vinculante. La decisión final queda en manos del consultorio y de su alcaldesa, que podría tener en cuenta las circunstancias electorales para adoptar la improbable decisión de mantener los patinetes en la ciudad. Los números muestran claramente que estos vehículos son un medio de transporte muy popular. Según publicó TechCrunch, Lime asegura que el 90% de su flota de París se usa todos los días. En 2021, del más de 1,2 millones de usuarios de estos vehículos, de los que el 85% eran residentes, realizaron un total de 10 millones de viajes en las tres compañías, lo que supone alrededor de 27.000 viajes diarios.
La prohibición no afectará al servicio de alquiler de bicicletas eléctricas que también ofrecen las empresas de micromovilidad compartida y que permanecerán en la ciudad. De manera similar, los patinetes de propiedad privada, de los que el año pasado se vendieron 700.000 en toda Francia, según cifras del Ministerio de Transporte, no se verán afectados por la prohibición.