2020 pasará a la historia como el año del COVID-19, el año en el que el mundo entero se paró durante unos meses a causa de un enemigo invisible. Pero también, y centrándonos más en nuestro entorno, el de los coches eléctricos y la movilidad alterativa, pasará a la historia como el año en el que a pesar de toda la situación, los coches eléctricos alcanzaron la madurez como producto.
Como pasa con toda nueva tecnología que llega a nuestra vida, requerimos de un tiempo, de un proceso de adaptación. Una transición a veces más fáciles y otras más complicadas dependiendo del grado de diferencia de uso y de lo que aporta finalmente el producto en cuestión a nuestras vidas.
El coche eléctrico es una realidad, ha llegado, y ha llegado para quedarse gracias a sus baterías. Atrás quedan las dudas si sería la industria capaz de desarrollar un producto final que fuera neutral en términos de ecología y que además pudiera solventar las necesidades de los compradores.
Castrol, en un reciente estudio, centra la problemática de los coches eléctricos en torno a cinco factores principales que suponen a ojos de los consumidores, los principales obstáculos para no determinar su compra a favor de un coche eléctrico. La compañía habría acotado su estudio a los países de Estados Unidos, Reinio Unido, Noruega, India Japón y Fracia, en los que han entrevistado a más de 9.000 consumidores, 750 responsbles de flotas y 30 representantes de marcas.
Primer factor, el precio de adquisición. Es aquí donde encontraríamos, tal vez, el mayor obstáculo para la mayoría de consumidores y tal vez el que más tiempo lleve terminar de solventar. De entre todos los ocho países citados, el precio medio de un coche se sitúa en los 36.000 euros. Pero como pasa con toda nueva tecnología, no es hasta que no se normaliza su producción en masa cuando el precio cae hasta que casa con el grueso que el mercado demanda, por lo que es cuestión de poco tiempo que estas dos líneas converjan.
Segundo factor, el tiempo de carga. Hasta ahora para la mayoría de los mortales gozar de una autonomía de entre 500 y 1.000 kilómetros era cosa de un repostaje que no le llevaba más que apenas unos minutos efectuar. Castrol en su estudio revela que, actualmente, para y usuario medio el tiempo de carga medio de espera para una carga aceptable se sitúa en los 31 minutos por carga, lo que refleja que los usuarios saben de que la transiciól al coche eléctrico tendrá que llevar consigo una adaptación.
Tercer factor, la autonomía. Factor que estaría directamente relacionado con el segundo, ya que ha sido fácil ver coches diésel proyectando autonomías de 1.200 kilómetros, cifras todavía lejanas para los coches eléctricos, pero realmente, ¿cuánta gente precisa de tal kilometraje de forma recurrente? Castrol en su estudio cifra que la autonomía que requiere un usuario medio es de 469 kilómetros, y no debería faltar mucho para que coches más asequibles lleguen a ella.
Cuarto factor, puntos de recarga. Y es que el 70% de los encuestados piensa que hasta que no se normalicen los puntos de recarga tanto como gasolineras, la mayoría de las personas no considerará seriamente al compra de un coche eléctrico. Además, el 64% decía que consideraría la compra de un coche eléctrico cuando la red de recargas les permita seguir con sus hábitos de vida, por lo que, aunque el usuario medio está dispuesto a esperar un poco más por cargar el coche, no está dispuesto a cambiar sus hábitos de vida por él.
Quinto factor, variedad de modelos a elegir. Aunque esto ya se podría catalogar como un factor solventado a medio plazo, ya que el mercado de los coches eléctricos ha sufrido un desarrollo exponencial en los últimos años y la variedad de modelos que verán la luz durante los próximos años deja esta cuestión a un lado como la de menos calado, aunque el 54% consideraría más un coche eléctrico si su opción favorita de motor de combustión interna tuviera una versión eléctrica.