En los últimos años, el precio de las baterías ha ido cayendo gracias al incremento de la demanda y al avance de la tecnología. Sin embargo, un estudio del Financial Times asegura que la construcción de un coche eléctrico seguirá siendo "significativamente más cara" que el de un modelo de combustión interna, al menos durante esta década. En 2030, el coste de fabricación medio será de 16.000 euros y, aunque se habrá reducido en una quinta parte, continuará siendo un 9% más alto que el de un coche de combustión.
Los expertos fijan la clave para lograr paridad de precios en la venta de un coche eléctrico respecto a uno de combustión de la misma categoría en lograr que la batería, ya empaquetada, tenga un coste de 100 dólares por cada kWh (90 euros /kWh). Teniendo en cuenta que el coste total de propiedad de un eléctrico es muy inferior a uno de combustión, gracias al ahorro en el precio del combustible y en el mantenimiento, a partir de ahí, la decisión de compra favorece claramente a la nueva tecnología.
Hoy en día, un coche eléctrico puede costar aproximadamente un 50% más que uno equivalente de combustión. Esta realidad de hoy cambiará en los próximos años a medida que evoluciona la tecnología de las baterías y aumenta su producción. Sin embargo, según los datos recogidos por la consultora Oliver Wyman para un estudio encargado por el Financial Times, este efecto tardará un tiempo en hacerse palpable. Si bien el coste total de producción de un automóvil eléctrico compacto se reducirá en más de una quinta parte para 2030 (aproximadamente unos 16.000 euros por unidad), continuará siendo un 9% más alto que el de un coche de combustión equivalente en cuanto a tamaño y potencia.
En esta ecuación, no es de esperar que el precio de fabricación de los coches de gasolina o diésel descienda de forma significativa. Más bien al contrario, se está produciendo un encarecimiento de los precios a medida que los compradores exigen interiores mejor terminados, más confortables y materiales más sostenibles. También los fabricantes ofrecen estas opciones en los modelos más bajos de sus gamas. Esta coyuntura supone un incremento en los beneficios de los fabricantes ya que no les cuesta mucho agregar estas características a sus modelos en producción, y sí les permite elevar los precios cuando las ventas se producen bajo la demanda del cliente y no sobre el stock ya fabricado.
Evolución del precio de las baterías en los últimos años. Fuente: Bloomberg.
Según declara Simon Schnurrer, investigador de Oliver Wyman, la paridad de precios entre los coches eléctricos y los de combustión no llegará de inmediato. Habrá que esperar hasta 2030, cuando las fábricas de baterías serán más grandes, se mejorarán las economías de escala y los avances tecnológicos, como la química de estado sólido, ayudarán a reducir los costes de producción.
Otras predicciones
La firma Wood Mackenzie, aseguraba hace unos meses que el año 2020 era clave en la estrategia con la entrada en vigor de la nueva legislación de emisiones en la Unión Europea. Sin embargo, el parón económico y social provocado por la pandemia del coronavirus, que paralizó buena parte de China desde el pasado mes de diciembre, y que continua ahogando a Europa y América, está poniendo a prueba esta predicción. A mediano y largo plazo la tendencia creciente se mantendrá, pero el mercado puede ponerse feo en los próximos 12 meses. Así, aunque la adopción de los vehículos eléctricos se ha visto retrasada, la consultora cree que el objetivo de los 100 dólares/kWh que marca la paridad de precios llegará a partir de 2023.
En sucesivos estudios, Bloomberg New Energy Finance ha sugerido que los vehículos eléctricos costarán menos que los combustión interna comparables a mediados de la década de 2020. Para la mayoría de los consumidores, el alto precio inicial es el mayor freno a la venta de vehículos, por encima de los kilómetros que puedan recorrer con ellos y de la manera de recargarlos, afirma la multinacional de investigación de mercado Ipsos, en un informe publicado a principios de este año.