La Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) ha firmado recientemente un contrato de colaboración e inversión con Electra.aero, la corporación especializada en tecnologías aeronáuticas eléctricas. Esta inversión económica se destinará íntegramente a aviones eléctricos de despegue y aterrizaje ultracortos (eSTOL) para aplicaciones avanzadas de movilidad aérea con bajos niveles de emisiones de carbono.
Actualmente, el departamento aeronáutico de Electra se encuentra desarrollando un sistema eléctrico de despegue y aterrizaje por el que la aeronave no precisará de más de 45 metros para ejecutar tales acciones. Esto supone unos enormes esfuerzos técnicos, los cuales presentan dificultades en la práctica totalidad de apartados. Según Ben Marchionna, director de tecnología e innovación de Electra, estas especificaciones son capaces de llevar al límite máximo la tecnología aerodinámica actual.
En dicha corporación se encuentran inmersos en el desarrollo de tecnologías aerodinámicas de "elevación soplada". Los conceptos efectivos de aeronaves de sustentación por soplado requieren todas las herramientas posibles para llevar a cabo su perfeccionamiento técnico; para ello se emplearán a fondo elementos como la dinámica de fluidos computacional (CFD), modelos de túnel de viento y aviones de pruebas reales.
Electra contrató recientemente a la Dra. Alejandra Uranga, profesora asistente en el Departamento de Ingeniería Aeroespacial y Mecánica de la Universidad del Sur de California (USC). Ella, personalmente, admitió que este es un desafío como nunca antes se ha visto en la ingeniería aeronáutica, ya que ni los mejores modelos de propulsión eléctrica distribuida y de elevación por soplado basados en CFD pueden obtener datos referentes a este tipo de configuraciones técnicas. Su dificultad es mayúscula, ya que la física tiene unos límites y esta tecnología de eSTOL los toca de forma considerable.
Los métodos computacionales actuales presentan unos campos de estudio que se ven muy limitados a la hora de desarrollar esta tecnología. Para ello es necesario ordenadores mucho más rápidos, potentes y fiables con los que realizar las tareas de concepción de ingeniería propias. Para ello, la NASA ha lanzado esta inversión económica, de la cual se desconoce el montante económico exacto, pero sí han admitido que solventa todos los problemas y la falta de financiación que padecían hasta ahora. Esta no es la primera vez que la NASA realiza inversiones de este tipo, ya que en los últimos meses hemos podido ver otras con aviones eléctricos como protagonistas.
Las primeras pruebas reales se estiman que comiencen en este mismo 2022. Para ello se empleará un avión de pruebas con el que se llevará a cabo una demostración de la tecnología eSTOL híbrida a gran escala. Este prototipo podrá transportar a un máximo de dos personas en su trayecto. Despegará y aterrizará, presumiblemente, en distancias inferiores a los 45 metros. Este modelo empleará un turbogenerador híbrido-eléctrico de 150 kW de potencia con el que moverá un total de 8 motores eléctricos y regenerará la electricidad de la batería, de la cual aún se desconoce qué capacidad presentará.
No obstante, el primer modelo finalizado y comercialmente disponible se lanzará al mercado en el año 2026. Este contará con certificación de la FAA y estará diseñado para transportar a un máximo de 8 pasajeros (contando el piloto) y su autonomía de vuelo se espera que ronde los 800 kilómetros. Su empleo será el de la movilidad aérea urbana y regional, operaciones logísticas de "milla intermedia" y servicios médicos aéreos.