Las bicicletas se han convertido en un nuevo sistema de movilidad y son utilizadas por un número creciente de ciudadanos. La pandemia del coronavirus sirvió como excusa para buscar un medio de transporte alternativo a los servicios públicos, y las bicicletas eléctricas, que ofrecen la posibilidad de contar con un apoyo eléctrico que facilite su uso, se convirtieron en esa opción. Los servicios de bicisharing, que se han extendido por varias ciudades, también han ayudado a que los usuarios se animaran a probar su funcionamiento. El resultado, pues, es que el sector goza de muy buena salud en la actualidad. Pero parece que no es igual para todos los países.
La segunda edición del informe “El estado de las estrategias nacionales para el ciclismo”, que realiza la Federación Europea de Ciclistas (ECF), estudia las inversiones realizadas por los 44 países europeos, además de recoger las estrategias nacionales para impulsar el sector y apoyar su uso. Sus conclusiones generales indican que, a pesar de que todavía hay mucho por hacer, las bicicletas se han convertido en un medio de transporte con mucho protagonismo, sobre todo en Austria, Bélgica, Dinamarca, Irlanda, Luxemburgo y Países Bajos. Sin embargo, España no queda tan bien parada en estas conclusiones.
Muy lejos de los objetivos y de las principales ciudades europeas
El Plan Maestro paneuropeo para la Promoción del Ciclismo, firmado en 2021, indica que cada país deberá poner en marcha una estrategia para desarrollar el uso de la bicicleta antes de 2030. A pesar de sus buenas intenciones, sólo 20 han dado a conocer un documento en el que se expresen sus intenciones políticas y en el que se plasme esa estrategia. De ellos, 14 están en vigor y seis están en fase de actualización. Del resto de países que analiza el informe, solo ocho lo están desarrollando.
La región belga de Flandes (6,58 millones de habitantes) es la que más ha invertido per capita en el fomento de la bicicleta en 2022: 45€. Le siguen Irlanda (35€) y Noruega (20€). El en furgón de cola, España e Italia, donde la inversión no alcanza los 2€. En comparación con otras ciudades europeas, solo Sevilla y Barcelona se han encontrado situadas entre las 20 ciudades más amigables con las bicicletas y solo unas pocas superan los dos kilómetros de vías ciclistas segregadas por cada 10.000 habitantes.
Inversiones futuras
Pese a todo, hay razones para el optimismo. Según el Barómetro de la Bicicleta de 2022, en España ha aumentado en un 40% el número de personas que emplea la bicicleta para trabajar o estudiar: de los 8,1 millones que lo hacían en 2019 se ha pasado a más de 11 millones en 2022.
Y las inversiones también han experimentado un importante crecimiento. La "Estrategia estatal por la bicicleta", presentada en el verano de 2021, recibió una dotación de cinco millones de euros de los Presupuestos Generales del Estado. En el mes de noviembre, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) activó las ayudas para entidades locales con el objetivo de impulsar la movilidad ciclista en el ámbito urbano y rural que suman otros 10 millones de euros de inversión en dos convocatorias. Forman parte, además, del Plan de Transformación y Resiliencia, que aporta 105 millones de euros a la construcción de infraestructuras ciclistas y 224 millones de euros a proyectos municipales de fomento de la bicicleta. Son buenas noticias que permiten algo de optimismo para que España aparezca en una posición más destacada en el próximo informe.