Aunque se encuentra en pleno proceso de reinterpretación de su estrategia de cara a los próximos años, en los que se centrará en mecánicas híbridas, Volkswagen sigue avanzando con los planes de producción de coches eléctricos, en los que España tiene mucho peso debido a las plantas que el consorcio alemán tiene en nuestro país.
Ante la llegada de una oleada de pequeños coches eléctricos articulados sobre la plataforma MEB Small de la marca, basada sobre la MEB convencional pero con una fuerte de reducción de costes mediante, la marca ha hecho hueco en la planta de Pamplona cesando la producción del que hasta ahora era el coche más barato de Volkswagen, el Polo.
Se cierra así un periplo de 40 años exactos, pues fue en 1984 cuando Volkswagen empezó a fabricar en España la primera generación de su utiligario del segmento B, que en estos últimos años ha perdido fuerza comercial debido al auge que han tenido las carrocerías SUV.
Aun así, el modelo lleva este año más de 90.000 matriculaciones en Europa, por lo que se trata del vigésimo turismo más vendido del año, pero sus hermanos de gama de tipo SUV son más rentables. De hecho, en la misma fábrica se seguirán produciendo los Taygo y T-Cross, basados en la misma arquitectura que el Polo.
El cese de su producción en España no conlleva que el modelo ponga fin a su vida comercial, ya que se seguirá abasteciendo la demanda europea del Polo desde la fábrica de Kariega, en Sudáfrica. Actualmente el Polo está disponible en nuestro país por un precio que arranca en los 23.485 euros, siendo el modelo más asequible y compacto de la marca en estos momentos.
Volkswagen tiene ante sí ahora la tarea de adaptar y preparar las líneas de producción que deja el Polo vacías para dos coches eléctricos, uno de la propia Volkswagen y otro de Skoda, cuya entrada en producción está prevista para 2026.
Noticias como esta, de la pérdida de la producción de un coche de gran volumen comercial en Europa para favorecer y preparar la fabricación de coches eléctricos que todavía no tienen una demanda suficiente como para justificar su inversión, pone de relieve la tesitura por la que están pasando los fabricantes europeos, que deben sortear y adaptarse a las normativas que impone la UE, a la vez que garantizar un flujo de caja solvente como para no poner en peligro su actividad.
Esto, sumado a la caída en la demanda de coches nuevos y al encarecimiento de los mismos, está generando un ambiente de tensión del que se están beneficiando en gran medida los nuevos fabricantes que llegan de Asia, especialmente de China, con marcas como MG (que pertenece a SAIC), BYD así como también Omoda, que en España ya puso un modelo entre los 15 más vendidos de agosto.