Hay que tener mucho cuidado con las expectativas porque pueden superar a la realidad. El día y la hora estaban marcados en rojo en el calendario de muchos seguidores e inversores de Tesla. Era el momento para que la compañía diese un gran salto hacia delante, pero finalmente el Investor Day de Tesla estuvo cargado de muchas esperanzas y pocas realidades. La reacción de los mercados no se ha hecho esperar y, apenas unas horas después de concluir la exposición, Tesla se ha dejado un buen puñado de dólares en el camino. ¿De quién es la culpa?
A lo largo de los últimos años, Elon Musk y Tesla nos han tenido muy mal acostumbrados. Cada vez que el CEO de la compañía hablaba, la cotización se disparaba, pero ese efecto parece haberse diluido con el paso de los años y las distracciones. El año pasado fue tan bueno como malo para los de Austin. Si bien cerraron el curso con el mayor volumen de ventas de su historia, los inversores empezaron a abandonar el barco ante la falta de objetivos futuros reales. Tesla ya no es la compañía revolucionaria que todos conocíamos. Ya no atenta con la industria, sino que forma parte de ella.
Al fin y al cabo, hablamos de un proceso natural y lógico en el ciclo de vida de una gran compañía. Tesla inició su actividad como precursora de un cambio y eso nadie se lo podrá arrebatar jamás. Han cambiado la industria, pero cuando la industria tiene mucho que cambiar es fácil revolucionarla. Bien distinto es el panorama cuando las medidas ya han calado y hace falta mucho más trabajo para seguir revolucionando. El caso de Apple es muy similar y Tesla parece estar sufriendo la misma curva de aprendizaje. Necesita volver a captar la atención de sus seguidores e inversores.
Todo el mundo conoce la marca, pero los rivales se agolpan a las puertas de los concesionarios. Aunque Tesla sigue ofreciendo los mejores eléctricos del mercado, los últimos tiempos han estado cargados de problemas y faltas de confianza. Los tribunales y los organismos públicos miran con lupa cada mínimo movimiento de la empresa y los fallos de fabricación empiezan a no ser perdonados por los clientes. Tras más de una década fabricando coches, Tesla debería haber aprendido a solucionar los problemas en la cadena de montaje. ¿No lo hace porque no quiere o porque no puede?
Sea como sea, a Tesla le falta volver a dar el campanazo y casi todo el mundo esperaba que iba a lo iba a hacer el pasado 1 de marzo durante el Investor Day. Las expectativas eran muy altas. Los rumores apuntaban a la presentación del compacto de 25.000 euros, así como a la presentación de una estrategia de futuro a corto plazo que satisfaciera a los mercados, pero ni una cosa ni la otra. Los anuncios no cogieron a nadie por sorpresa y, lo que es peor, ninguno de ellos vino acompañado de un plano de ejecución concreto. Una vez más, Elon Musk anunció promesas sin llegar a concretar.
Los retrasos son algo habitual en Tesla, pero estos ya no se perdonan como antes. En la mañana del 1 de marzo la acción de la compañía se cotizaba a 206,13 dólares por título, a la apertura de los parqués el día siguiente el precio había bajado hasta los 186,77 dólares, un 9,39% menos. La caída de casi dos dígitos se suma al importante descenso vivido en el último año. En apenas unos meses, las acciones han llegado a caer más de un 70%, provocando la ira de muchos grandes inversores. La mayoría de ellos han puesto a Elon Musk como el gran culpable de la debacle al opinar que el empresario está más pendiente de otras compañías. El plan maestro de Musk no parece haber calado.