Desde el propio gobierno alemán se ha anunciado la creación de un consorcio de fabricantes de automóviles y productores de baterías, a través del cual se llevará a cabo la creación del llamado “Pasaporte de baterías” con el que se podrá rastrear el contenido y la huella carbónica de las mismas en Europa. Entre los fabricantes que forman el consorcio se encuentran compañías como BMW, Umicore y BASF, entre otras.
Este consorcio ha sido apoyado económicamente por el propio Gobierno de Alemania con una inversión de 8,2 millones de euros para llevar a cabo esta iniciativa. Dicho proyecto se encuentra compuesto por un total de 11 socios empresariales, los cuales respaldan el desarrollo de una clasificación y unos nuevos estándares comunes con los que recopilar, divulgar y catalogar cada uno de los tipos de batería y su correspondiente composición química y de fabricación. Este estándar, una vez sea aceptado y ratificado, podrá llegar a ser de obligatoria implementación dentro de las fronteras de la Unión Europea.
Esta propuesta será discutida y consensuada a finales de este mismo año con el fin de crear el mencionado estándar de etiquetado. En él se dejará patente que todos los vehículos eléctricos recargables, el transporte ligero y las baterías industriales vendidas dentro de las fronteras de la propia Unión Europas deberán verse obligadas a divulgar su huella de carbono en todos los mercados a partir de 2024, mientras que sus correspondientes fabricantes tendrán la obligación de cumplir con los límites de emisiones de CO2 a partir de 2027. A partir de ese mismo año, también deberán desvelar el contenido de materias primas recicladas que se han utilizado en su composición, pero no será hasta el año 2030 cuando se exija una proporción mínima aún por estipular de cobalto, litio, níquel y plomo reciclados.
Estas mencionadas regulaciones ya fueron expuestas por la ejecutiva europea, sin embargo, este anunciado consorcio empresarial alemán es el primero de toda la región que se pone en marcha para adecuar un sistema de etiquetado de baterías uniforme para sus 11 empresas componentes. Estas podrían crear las bases que más tarde acogerían otras corporaciones externas pertenecientes a regiones externas a la Unión Europea.
A priori, sus baterías podrían quedar identificadas a través de unos recurrentes códigos QR a través del cual, una vez se emplee un lector para acceder a su información, se pueda leer la composición y certificados del propio componente. Dicha información deberá estar al descubierto para empresas, reguladores e incluso el propio propietario del vehículo eléctrico en cuestión.
Dentro de todo lo que conlleva este marco regulatorio, de forma adicional se espera que esta nueva utilidad se pueda emplear de forma concisa para facilitar el reciclaje de las materias primas de las que se componga esa batería una vez haya quedado en desuso y deba ser achatarrada. Esta utilidad podrá suponer una reducción en la dependencia de proveedores extranjeros que controlan la mayor parte de recursos hasta ahora disponibles, tales como el litio, el cobalto o el níquel, los cuales llevamos meses siendo testigos de su enorme ascensión de precios, siendo de uso esencial en la propia fabricación de estos dispositivos.