A día de hoy, las redes de carga para coches eléctricos se amplían, algo que no pasa inadvertido a los fabricantes, quienes no dudan en allanar el camino hacia una movilidad verde, baja en emisiones de carbono. Sin ir más lejos, Alemania ha incrementado una cuarta parte el número de puntos de recarga públicos durante el año pasado, tal y como han informado desde el Bundesverband der Energie (BDEW), una asociación de empresas alemanas relacionadas con la energía y el agua. Actualmente, los usuarios ya cuentan con 13.500 puntos de carga públicos en el país germano, tras los 2.800 incorporados en junio del año 2017.
Un negocio rentable, a largo plazo
Desde el lobby alemán lamentan que buena parte de las infraestructuras de recarga están en manos de compañías energéticas poderosas, pero no solo eso. También critican que los fabricantes no ofrecen suficientes vehículos eléctricos a precios competitivos para los consumidores. Las compañías eléctricas manejan más de tres cuartas partes de los puntos de recarga alemanes, aunque en vista del bajo número de coches eléctricos existentes, no se puede considerar un negocio rentable en estos momentos, tal y como afirma Stefan Kapferer, director general de BDEW.
Si la movilidad eléctrica aspira a hacerse un hueco en Alemania durante los próximos años, debería fabricar modelos que puedan competir en precio y funcionalidades con los vehículos de combustión, en opinión de Kapferer. El directivo plantea la posible subvención de infraestructuras de recarga por parte de propietarios de estacionamiento, supermercados y hoteles, lo que aportaría un mayor número de ingresos, mediante la venta cruzada o el almacenamiento de batería. Alemania quería contar con un millón de vehículos eléctricos a batería para el año 2020, aunque en realidad dispone de menos de 100.000 a menos de dos años de la fecha marcada en un principio.
Cambios regulatorios
Los analistas también critican que el gobierno no ha facilitado los fondos necesarios para promover la movilidad eléctrica, obstaculizada por el coste de los vehículos y los límites establecidos en sus rangos de conducción. Estos factores parecen retrasar el desarrollo de infraestructuras que impulsen el uso de los coches eléctricos.
En consecuencia, el representante del BDEW considera que el gobierno debería cambiar las leyes de propiedad residencial para facilitar una mayor inversión en puntos de recarga privados, porque el 80% de los futuros procesos de carga tendrían lugar en casa más que en la vía pública. Una opinión que no comparten los usuarios.
Por su parte, los propietarios de vehículos eléctricos no quieren conformarse con cargar a velocidad baja a través de estaciones de recarga domésticas, con un coste de varios miles de euros cada una, sino que necesitan de una red de carga rápida para hacerlo en sus desplazamientos más largos.
Además, en Alemania los usuarios necesitan permiso de su proveedor local de energía eléctrica para instalar las estaciones de carga, de manera que si muchos vehículos las emplean al mismo tiempo, podrían sobrecargar las redes energéticas del vecindario al caer la tarde.