Durante todo este 2018 Cupra ha estado trabajando en el desarrollo del e-Racer, una variante electrificada del León TCR de turismos que servirá de base para el futuro campeonato ETCR de coches eléctricos que arrancará en 2020. La marca Cupra, en años atrás rama deportiva de SEAT y desde 2018 marca independiente, ha querido explicar los entresijos de este coche.
Comenzando por los motores, el Cupra e-Racer cuenta con nada menos que cuatro motores, los cuatro situados en el eje trasero y no en cada rueda, como se podría pensar en un principio. La potencia conjunta de estos motores es de nada menos que de 680 caballos, alcanzando una velocidad máxima de 270 kilómetros por hora. Su par máximo es de 960 Nm.
El Cupra e-Racer es la antesala del ETCR.
Gracias a su entrega de par inmediata, la suma de los motores hace que el coche sea capaz de pasar de 0 a 100 en apenas 3,2 segundos y de 0 a 200 en 8,2 segundos. Los motores son capaces de girar a unas 12.000 revoluciones por minuto, superando también en este sentido a los del actual TCR con motores de gasolina.
Para alimentar a estos cuatro motores, Cupra ha instalado una batería compuesta por 23 paneles que suman un total de 6.072 pilas: según cifras oficiales, es el equivalente a la potencia de 9.000 teléfonos móviles al mismo tiempo. El peso de la batería es de 450 kilogramos, un tercio del peso en vacío de todo el conjunto, por lo que este detalle marca una gran importancia en el diseño del coche para que tenga una buena estabilidad y comportamiento dinámico. Se ha instalado en el lugar más bajo posible para reducir así el centro de gravedad.
Con el objetivo de que todos los sistemas del coche se mantengan en perfecto funcionamiento, en el Cupra e-Racer se han instalado hasta tres circuitos de refrigeración separados. Uno tiene un límite de temperatura para la batería fijado en unos 60 grados centígrados, otro para los inversores fijado en 90 grados y otro para los cuatro motores, fijado en 120 grados.
Jordi Gené fue el encargado de mostrar en acción el Cupra e-Racer.
Como ocurre también en los coches de calle, la energía en las frenadas y cuando se desacelera se aprovecha gracias al sistema de recuperación de energía (una tecnología que se ha desarrollado a mucha mayor velocidad desde la aparición del KERS en la Fórmula 1 en 2009). La gestión de la energía se puede controlar gracias a un display en el volante, pudiendo trabajar con ella tanto el piloto como los ingenieros.
Aún no se sabe la cantidad de coches diferentes que estarán presentes cuando el ETCR sea una realidad en 2020 o si las especificaciones serán idénticas a las del Cupra e-Racer, pues cabe la posibilidad de que se limite la potencia del motor con la idea de que puedan competir un mayor número de vueltas. A modo de referencia, este coche cuenta con 680 caballos mientras que los coches del WTCR, entre los que está el Cupra León TCR, desarrollan unos 330 caballos de potencia con sus motores de combustión.
En lo que se refiere a la aerodinámica, es similar al León TCR aunque con ligeros detalles, optimizando la entrada de aire para ayudar a la refrigeración. También se han cambiado los espejos retrovisores tradicionales por minicámaras que mandan la imagen al salpicadero. Este coche, la antesala de un nuevo certamen, ya ha sido aclamado con reconocimientos como el ganador del Automotive Brand Contest 2018 en la categoría de prototipo, premio concedido por el Consejo Alemán de Diseño.