Para que la mayoría de personas consideren la compra de un vehículo eléctrico como una opción es necesario aumentar los puntos de recarga disponibles. Según las estimaciones de BloombergNEF, la flota global de vehículos eléctricos alcanzó el año pasado los cinco millones de unidades, que cuentan actualmente con 632.000 cargadores públicos. En 2030, se prevé que el escenario nos lleve a que el 30% de la flota mundial de vehículos sea eléctrica, lo que supondría, según la Agencia Internacional de Energía, la necesidad de contar entre 14 y 30 millones de cargadores públicos desplegados por todo el mundo.
Hoy en día la infraestructura de recarga no evoluciona de la misma forma en todo el mundo. Aproximadamente, la mitad de los cargadores públicos existentes se concentran en China, con mucha diferencia el mayor mercado de vehículos eléctricos del mundo. Más de dos tercios de ellos son lentos, ofreciendo una potencia muy inferior a los15 kilómetros por cada 30 minutos de carga. Los coche eléctricos con mejor rendimiento que se pueden encontrar hoy en día en el mercado ofrecen alrededor de 300 o 350 kilómetros de autonomía real en carretera. Por lo tanto la red de recarga pública debe configurarse con una distancia entre puntos no superior a 100 kilómetros y con una potencia suficiente para que la parada necesaria no supere los 20 minutos.
Ubicación de los cargadores de vehículos eléctricos en el mundo según potencia de carga. Fuente: BlommbergNEF
Experiencia de recarga
La experiencia de carga es muy diferente dependiendo del lugar en el que se recargue. La carga vinculada en casa puede demorarse hasta 12 horas. En un punto de recarga de oportunidad de potencia media puede añadir unos 100 kilómetros de autonomía en una hora. Un cargador rápido común hoy en día (50 kW de potencia) puede alcanzar los 120 kilómetros en 30 minutos. La futura carga ultrarrápida, que promete potencias de hasta 350 kW, reducirá este tiempo hasta los 100 kilómetros por cada cinco minutos conectado.
Actualmente tampoco se ha logrado estandarizar los conectores de carga y los precios de la recarga pública varían enormemente, llegando en algunos casos a costar el doble que la recarga vinculada en casa. Además, en muchas ocasiones, requiere suscripciones, alta como usuario en la red y la instalación de varias aplicaciones en el móvil.
A día de hoy el 80% de las cargas se realizan en el hogar o en el trabajo, lo que limita la compra a los usuarios que dispongan de un lugar para instalar el punto de recarga vinculado. La necesidad de facilitar la recarga a quien no tiene esta posibilidad obliga al despliegue de una gran cantidad de puntos de recarga públicos. Un informe publicado por la Universidad de Columbia afirma que no es extraño ver cables de alimentación colgando desde las ventanas de los pisos superiores de los bloques de apartamentos chinos cargando los vehículos eléctricos estacionados a nivel de calle.
Sin embargo algunos mercados contradicen estas necesidades. En Noruega, los bajos volúmenes de cargadores públicos no han impedido el aumento de las ventas de vehículos eléctricos, que actualmente representan aproximadamente la mitad de las ventas de sus vehículos nuevos. En Alemania, que tiene más cargadores que cualquier otro país, a excepción de EE.UU y China, los vehículos eléctricos representan solamente el 2% de las ventas.
El huevo o la gallina
Muchos expertos debaten entre si construir la infraestructura de recarga para estimular las ventas de vehículos eléctricos o esperar a que el mercado evolucione e instalarla posteriormente. La industria del vehículo eléctrico se encuentra en un círculo vicioso en el que la ausencia de puntos de carga frena la adopción de la tecnología y las escasas ventas juegan en contra de la rentabilidad del negocio de la recarga. Según BNEF, una estación de carga rápida necesita al menos ocho clientes al día para ser rentable, pero actualmente el promedio es de menos de cinco clientes al día.
Operadores de los puntos de recarga a nivel mundial. Fuente: BloomberNEF.
Los fabricantes de automóviles han comenzado a implicarse en la expansión de las redes de recarga rápida, con el objetivo de atraer a los clientes hacia sus actuales y futuros modelos eléctricos. Tesla ha sido el primero en entender esta necesidad, construyendo una red de recarga rápida, establecida ya en cuatro continentes y que, además, ofrecía de forma gratuita a sus clientes. Actualmente, la alianza entre Volkswagen, Daimler, Ford y BMW, está desarrollando la red Ionity, que planea construir un total de 400 estaciones de carga a lo largo de las carreteras europeas el próximo año, con estaciones separadas aproximadamente en 120 kilómetros.
En EE.UU, la red Electrify America, propiedad de Volkswagen, planea invertir 2.000 millones de dólares, de los que 800 millones irán a parar a California, en una red de recarga establecida en todo el país. La red cuenta actualmente con 105 estaciones y anuncia que alcanzará las 484 para el 1 de julio de este año, además de comenzar la actualización de la potencia de los ya instalados para convertirlos a la carga ultrarrápida.
Las ventas mundiales de vehículos eléctricos aumentaron 82% el año pasado, y se espera que los modelos eléctricos representen un tercio de la flota de automóviles en 2040, según prevé BNEF. Este auge está impulsando a empresas de servicios públicos, compañías petroleras y gasísticas, además de las empresas automovilísticas, a invertir en la industria de la recarga, que hasta ahora ha estado dominada por compañías poco conocidas.
Operadores de puntos de recarga en EE.UU. Fuente Departamento de Energía de los Estados Unidos.
Por ahora, hay marcadas diferencias en el desarrollo de la infraestructura de carga en diferentes mercados. La mayoría de los puntos están siendo instalados por los fabricantes de hardware u otros operadores privados. También hay estrategias diferentes por parte de los gobiernos. Los responsables de la formulación de políticas federales de China promueven el desarrollo de redes de carga con fondos públicos. Sin embargo, por ejemplo en EE.UU, el enfoque está dirigido a la iniciativa privada.
Los operadores de las redes de carga deben prepararse para las exigencias de los nuevos consumidores que en la próxima década serán menos tolerantes que los actuales conductores actuales de vehículos eléctricos, que están dispuestos están dispuestos a soportar mayores inconvenientes.
En resumen, para que los vehículos eléctricos abandonen el mercado de nicho, la industria necesita modelos más baratos, con mayor autonomía y que estén apoyados por una red de carga rápida pública y generalizada.