En más de una ocasión Carlos Tavares ha dejado bien clara su opinión acerca del coche eléctrico. Si bien considera que es una herramienta esencial para revertir el problema de contaminación, considera que la presión de las instituciones está provocando una grave alteración de los mercados. En una última entrevista realizada a Reuters, el CEO del Grupo Stellantis ha declarado que los costes del coche eléctrico van más allá de lo que la industria es capaz de asumir.
Los fabricantes se han visto obligados por los gobiernos a reducir emisiones. Si bien las marcas han cumplido con su parte creando un producto viable y funcional, las instituciones no han dado grandes apoyos a una industria que ha sostenido por sí sola el peso que conlleva el cambio en la movilidad. "Lo que se ha decidido es imponer a la industria automotriz una electrificación que trae un 50% de costos adicionales frente a un vehículo convencional".
Obviamente, y tal y como se puede comprobar actualmente en los mercados, ese incremento de costes ha repercutido en parte a los clientes, aunque no en su totalidad. El señor Tavares también ha comentado: "No hay forma de que podamos transferir el 50% de los costos adicionales al consumidor final porque la mayoría de las partes de la clase media no lo podrán pagar".
A pesar de que el Grupo Stellantis es uno de los que más esfuerzo está poniendo en el cambio de movilidad, invirtiendo más de 30.000 millones de euros hasta 2025, su CEO reconoce que la situación es casi insostenible. Las nuevas tecnologías que acompañan al coche eléctrico deben ser probadas y testadas durante mucho tiempo. Los plazos de desarrollo no se pueden acelerar, pues de lo contrario podría haber problemas de calidad o de cualquier otro tipo.
No solo hablamos de una transformación de producto, el coche eléctrico supone renovar toda una industria de los pies a la cabeza, y los gobiernos esperan que las marcas lo hagan en apenas una década. Remodelación de fábricas, acuerdos comerciales con terceros, adaptación de la mano de obra, posicionamiento de mercado… Todo ello debe adaptarse, modificarse y probarse para cumplir con los estándares.
Se espera que los costes del coche eléctrico se reduzcan con el paso del tiempo, y muchos analistas proyectan que para la segunda mitad de la década se podrían equiparar los gastos de producción de un coche eléctrico a uno térmico, aunque por el momento estamos lejos de ese punto. Para alcanzarlo será necesario invertir grandes cantidades de dinero. Financiaciones que la industria tiene que soportar por sí misma. La industria se sustenta ahora mismo con las ventas de coches de combustión, y si estos cada vez son más penalizados, todo puede caerse como un castillo de naipes.
Los próximos años se presentan determinantes para este delicado momento que está atravesando la industria. Está claro que los gobiernos no solo deben declarar normativas, también aportar soluciones o ayudar a esa transición. La situación actual es delicada por la pandemia de la COVID-19 y la crisis de chips, y quién sabe si dentro de unos años habrá algo más. Tal y como ha comentado Carlos Tavares: "El futuro nos dirá quién podrá digerir esto y quién fallará".