Estamos ante un nuevo peldaño en la guerra comercial entre China y el resto del mundo. El país asiático ve comprometida su estrategia de conquistar el sector de la automoción. Regiones como Estados Unidos y Europa planean o ya han tomado medidas para contrarrestar la fuerza china y, como era de esperar, estos están pensando tomar decisiones que podrían afectar negativamente a los fabricantes europeos y americanos que operan y comercian en la zona. El CEO de Stellantis, Carlos Tavares, avisa que los aranceles “son una trampa”. Los problemas de tales decisiones podrían afectar a todo el mundo.
Es más que evidente que China ha puesto toda su atención en desestabilizar el mercado automovilístico mundial. Sabedores del poder de la industria, los chinos llevan años apoyando a sus marcas para expandir su presencia con el coche eléctrico como caballo de Troya. El resto de países, hasta ahora los principales productores y motores del sector, temen un descenso en sus volúmenes de negocio. Ante esta situación de cambio muchos han propuesto mitigar el poder de los fabricantes chinos mediante la aplicación de aranceles específicos a sus vehículos. Este mismo mes, Estados Unidos ha aprobado una medida para imponer un castigo arancelario del 100% a los productos importados de China.
Posible castigo para los fabricantes extranjeros que vendan en China
Europa planea algo similar. El Viejo Continente empezó a investigar al Gobierno chino por posibles políticas que alteran el libre mercado. El ejecutivo de Xi Jinping ha sido acusado de patrocinar y subvencionar a las marcas para que estas puedan vender a precios más bajos que la competencia europea, incapaz de igualar las cifras. El riesgo aumenta al salir de China, puesto que los precios de venta han crecido considerablemente en los últimos años. Marcas como MG posicionan sus vehículos con tarifas muy atractivas y de ahí que sus productos se sitúen en la lista de los más vendidos, al menos en España.
A través de uno de sus muchos organismos públicos, el Gobierno chino ha lanzado un aviso camuflado al resto de países. China debería aumentar los aranceles a los coches extranjeros impulsados por gasolina hasta el 25%. Si bien en el país se ha desatado una auténtica locura en torno a la movilidad eléctrica, muchos fabricantes siguen apostando por la combustión. Actualmente, China aplica un arancel del 15% a la importación de vehículos. La subida de 10 puntos podría causar grandes estragos a los fabricantes. Se verían comprometidos a elevar el precio de sus coches y, por ello, a perder competitividad comercial con respecto a sus homólogos chinos.
En toda esta batalla transoceánica, Carlos Tavares, una de las voces más importantes de la industria, cataloga la subida de aranceles como una jugada peligrosa. El próximo 5 de junio los parlamentarios europeos decidirán si aplican o no sanciones a los productos del este. Mientras, el CEO de Stellantis, reconoce a Reuters que toda aquella región que tome semejante medida estará cayendo en una trampa. No hay medida política que evite la reestructuración a la que se deben enfrentar los fabricantes occidentales para enfrentarse al desafío de los fabricantes chinos. "Cuando se lucha contra la competencia para absorber el 30% de la ventaja de competitividad de costos a favor de los chinos, hay consecuencias sociales. Pero los gobiernos, los gobiernos de Europa, no quieren enfrentar esa realidad ahora mismo".
Tavares cree que la aplicación de los aranceles sólo alimentará la inflación, lo que a su vez podría afectar negativamente tanto a la producción como a las ventas. La batalla de precios con los rivales asiáticos será “muy dura”, según el propio responsable. "Esto no va a ser fácil para los distribuidores. No va a ser fácil para los proveedores. No va a ser fácil para los OEM”. "Intentaremos ser chinos, lo que significa que en lugar de estar puramente a la defensiva frente a la ofensiva china, queremos ser parte de la ofensiva china". Este mismo mes hemos podido saber que Stellantis venderá en Europa su propia marca china, Leapmotor. Las operaciones comenzarán este mismo año, tratando de posicionar productos atractivos a un precio realmente asequible. Una estrategia en la que Stellantis ha invertido más de 1.500 millones de euros.