Que la industria automovilística europea está viviendo un momento de transformación profunda, no es nada nuevo, pero esta situación está dejando tras de sí llamativos hechos que, puestos en contexto unos con otros, sin duda asustan a quienes dependen en gran medida de las empresas aquí asentadas que han de competir con los nuevos actores que llegan principalmente desde China.
Y es que, mientras los fabricantes chinos, como BYD, MG y Chery, ven en el continente europeo una oportunidad de expansión, los gigantes europeos como el Grupo Volkswagen enfrentan desafíos que les llevan a considerar el cierre de algunas de sus plantas en la región. Este contraste evidencia cómo el panorama automovilístico, dominado durante décadas por marcas europeas, está cambiando drásticamente con la llegada de los competidores asiáticos.
Los fabricantes chinos están aprovechando este momento para reforzar su presencia en Europa. BYD, el mayor productor mundial de vehículos electrificados, ya está construyendo una planta en Hungría y está en proceso de elegir, potencialmente, entre España y Francia para su segunda fábrica europea. Esta estrategia les permitirá evitar los elevados aranceles que la Unión Europea impone a los vehículos eléctricos importados desde China, que pueden llegar a ser prohibitivos. Al establecer su producción en Europa, no solo reducen los costes de fabricación, sino que también mejoran su capacidad de respuesta a la demanda del mercado local.
MG ha logrado un crecimiento impresionante en Europa, especialmente en España, con modelos como los HS y ZS. Esto ha llevado a la empresa a considerar seriamente la construcción de su primera fábrica en Europa, con España como uno de los principales candidatos. Tener una planta en Europa no solo les ayudará a sortear los aranceles, sino que también les permitirá consolidar su presencia en un mercado que ya ha mostrado un fuerte interés en su producto.
Por su parte, Chery, otro importante fabricante chino, está preparando su entrada en Europa con las marcas Omoda y Jaecco, además de ayudar a revivir la histórica marca española Ebro. Chery pretende hacer de Ebro algo similar a MG y establecer una base sólida en el continente, aprovechando la creciente demanda de vehículos de bajo coste en países como España y la relación y percepción que tiene esta marca en el público, a pesar de que la procedencia del producto y la tecnología no sean locales. Para lograrlo, Chery hará uso de la fábrica que Nissan dejó huérfana recientemente en la Zona Franca de Barcelona, que está bajo el control, en gran medida, de los impulsores de la nueva Ebro.
Mientras los fabricantes chinos se expanden, los tradicionales fabricantes europeos están en una situación mucho más complicada. Volkswagen, por ejemplo, está considerando el cierre de alguna de sus plantas en Alemania debido a la disminución de la demanda de sus coches y el alto precio de la energía en estos lugares.
A todo esto se suma el impacto de la pandemia del COVID-19, que ha acelerado la transición hacia los coches eléctricos e híbridos y alterado las preferencias de los consumidores, así como también la manera y gustos a la hora de elegir según qué productos. Los fabricantes chinos han sabido adaptarse rápidamente a este nuevo escenario, ofreciendo coches a bajo precio que no dejan de ser atractivos y competitivos en términos de tecnología, lo que está empezando a erosionar la cuota de mercado de las marcas europeas en una situación en la que los coches híbridos e híbridos enchufables empiezan a despuntar.
Los fabricantes tradicionales se ven obligados a exprimir al máximo sus recursos para no perder más terreno en un mercado cada vez más competitivo. La llegada masiva del coche eléctrico a la gama de los fabricantes junto a su alto precio, los crecientes costes energéticos y los cambios estructurales que ha dejado la crisis sanitaria, han exacerbado estos desafíos, empujando a empresas como el Grupo Volkswagen a tomar decisiones drásticas para asegurar su supervivencia a largo plazo, ya que no venden tantos coches como antes, y además tampoco pueden elevar el precio de los que sí tienen salida.
La expansión de los fabricantes chinos está transformando rápidamente el mercado europeo. Su capacidad para producir coches avanzados, con un diseño atractivo y sobre todo, precios muy competitivos, les ha permitido ganar una participación de mercado significativa en muy poco tiempo. Países como España, donde la demanda de coches híbridos está en auge, se han convertido en objetivos clave para estas empresas. Establecer fábricas en Europa no solo les ayuda a sortear barreras comerciales, sino que también les permite estar más cerca de sus clientes y reducir los costes logísticos.
Mientras tanto, los fabricantes europeos se enfrentan a una encrucijada. La necesidad de invertir en nuevas tecnologías, cumplir con regulaciones ambientales cada vez más estrictas y competir con la creciente presencia de los fabricantes chinos, está obligando a empresas como el Grupo Volkswagen a considerar medidas drásticas, como el cierre de plantas.
Este contraste entre la expansión china y la contracción europea refleja un cambio significativo en la dinámica de poder dentro de la industria automotriz y plantea serias dudas sobre el futuro de las marcas tradicionales en un mercado cada vez más dominado por nuevos actores. Este panorama subraya no solo el creciente protagonismo de los fabricantes chinos, sino también los enormes desafíos que enfrentan las marcas tradicionales en un mercado global en rápida evolución.