Tal y como recoge el Global Corporate Sustainability Report 2024 de la OCDE, a nivel mundial el 70% de las empresas tienen objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y casi la mitad se han propuesto alcanzar este objetivo para 2030.
Una de las mejores herramientas para conseguir esta meta es la transformación de la flota de combustión en otra sostenible. En España, de hecho, tres de cada cuatro empresas españolas ya cuentan con flotas propulsadas por nuevas energías o tecnologías y un 12% más se plantea implementarla en un plazo de tres años. La suma de ambos conceptos sitúa a España diez puntos por encima de la media europea, según el Arval Mobility Observatory en su decimosexta edición.
Estas cifras positivas se ven también reforzadas por el anuncio el pasado mes de abril de la resolución de la tercera convocatoria del programa Moves Flotas por parte del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que ha otorgado 13,5 millones de euros a 26 proyectos de renovación y electrificación de flotas.
Los expedientes seleccionados incluyen la adquisición de 6.268 nuevos vehículos ligeros eléctricos (ciclomotores a furgonetas) y la instalación de 1.333 nuevos puntos de recarga para dar servicio a estas flotas.
“Optar por una flota sostenible es una decisión que tiene mucho sentido para las empresas hoy en día, no solo por el impacto positivo en el medioambiente, sino también por los beneficios económicos y reputacionales que conlleva”, explica Elena Peyró, CEO y cofundadora de JoinUp, compañía especializada en servicios de movilidad para empresas.
Si todavía tienes alguna duda sobre cuáles son las ventajas que tiene para tu empresa electrificar tu flota o apostar por una movilidad sostenible, aquí van algunos argumentos de peso.
Reducción de costes operativos
Tal y como señalan desde Era Group, consultora especializada en la optimización de costes y la gestión de proveedores vinculados a la implantación de movilidad sostenible, “los vehículos eléctricos o híbridos tienen menos mantenimiento y consumo de combustible, lo que se traduce en un ahorro significativo a largo plazo para las empresas, especialmente aquellas con flotas grandes o que recorren largas distancias”.
Algo en lo que coincide Peyró, “según estudios recientes, el coste por kilómetro de un vehículo eléctrico puede ser hasta un 40% menor que el de un vehículo de gasolina o diésel. Esto se debe a que reduce las necesidades de reparación y mantenimiento. Además, en términos de consumo energético, recargar un vehículo eléctrico puede ser hasta un 70% más económico que llenar el depósito de un vehículo de gasolina o diésel, dependiendo de las tarifas eléctricas y los precios del combustible en cada región”.
Y añade: “nosotros ya lo estamos experimentando como empresa que está apostando por flota eléctrica dentro de nuestro servicio de taxi. Muchos de nuestros conductores se están sumando a esta tendencia porque reduce exponencialmente sus gastos y, además, aumentan sus servicios, ya que cada vez más nuestros clientes corporativos demandan este tipo de vehículo”.
Eficiencia energética
Como explican desde ERA Group, “la movilidad sostenible optimiza rutas, reduce viajes innecesarios y adopta hábitos de conducción eficientes. Además, disminuye el consumo de combustible y las emisiones de CO2.”
Y desde JoinUp inciden en el concepto “desde el punto de vista medioambiental, una flota eléctrica contribuye directamente a reducir las emisiones de CO2. Esto es crucial en un momento en el que tanto los consumidores como las regulaciones están exigiendo un compromiso más serio con la sostenibilidad. En 2023, las emisiones de CO2 del transporte representaron casi un 24% del total de emisiones en Europa, por lo que cada acción que una empresa pueda tomar en este sentido tiene un impacto significativo”, explica Peyró.
Y aporta un dato esclarecedor: “la adopción de una flota sostenible puede reducir las emisiones de una empresa en más de un 50% en el caso de la transición completa a vehículos eléctricos, según la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA). Esto no solo es importante para cumplir con las normativas medioambientales, que cada vez son más estrictas, sino que también mejora la reputación de la empresa, lo cual tiene un valor incalculable en términos responsabilidad social corporativa”.
Y ahí entramos en la tercera razón para apostar por una flota sostenible.
Imagen de marca y responsabilidad social
Tal y como insisten desde JoinUp, “los clientes, los inversores e incluso los propios empleados valoran mucho que la empresa sea responsable con el medio ambiente. Es una manera de mostrar que la compañía no sólo está alineada con las tendencias globales, sino que también está dispuesta a liderar el cambio hacia un futuro más sostenible”. Esto, en cifras, se traduce en que, según un estudio de Nielsen, “las empresas percibidas como responsables con el medio ambiente tienden a tener un 58% más de lealtad por parte de sus clientes”, explica Peyró.
Algo en lo que coinciden desde Era Group: “invertir en movilidad sostenible refuerza la imagen de marca como una empresa responsable, mejora la reputación y la confianza de clientes, socios y empleados”.
Ahorros fiscales e incentivos financieros
Además de las ayudas directas del Plan MOVES III (subvenciones que pueden llegar hasta 7.000 euros por vehículo eléctrico si se entrega un coche antiguo para desguace y hasta 5.000 euros si no se entrega y hasta un 70% del coste de la instalación de puntos de recarga, tanto en el ámbito privado como en el empresarial), “existen otros beneficios fiscales que las empresas pueden aprovechar, como la exención del impuesto de matriculación para los vehículos eléctricos y reducciones en el impuesto de circulación. Estas medidas, combinadas con las subvenciones del Plan MOVES III, hacen que la inversión inicial en una flota sostenible sea mucho más asequible”, explica Peyró.
“Otro dato interesante es el impacto positivo en el balance fiscal de la empresa. Muchas regiones ofrecen incentivos fiscales importantes para las empresas que invierten en vehículos eléctricos o en infraestructura de recarga. Estos incentivos pueden incluir deducciones fiscales, exenciones de impuestos y subvenciones directas, que pueden reducir considerablemente la inversión inicial. En algunos casos, las empresas pueden ahorrar hasta un 20% en el coste total de propiedad de un vehículo eléctrico gracias a estos beneficios fiscales”, señala Elena Peyró.
Todo ello sin olvidar las condiciones de financiación favorables, con préstamos a bajo interés o programas de leasing específicos para vehículos eléctricos. “Estos mecanismos permiten a las empresas acceder a capital en términos más favorables, facilitando la transición sin un impacto financiero significativo”, recuerdan desde JoinUP.
Cumplimiento normativo
“Las grandes ciudades establecen regulaciones cada vez más estrictas para reducir la contaminación y promover la movilidad sostenible. Adaptar la flota es el único camino para evitar sanciones y asegurar un futuro a largo plazo”, insisten desde ERA Group.
O dicho de otro modo, “los incentivos regulatorios también son parte del panorama en España. Los vehículos eléctricos suelen estar exentos de restricciones de circulación en zonas urbanas, como los peajes urbanos o las zonas de bajas emisiones, lo que otorga a las empresas una mayor flexibilidad operativa y puede representar ahorros considerables en tiempo y dinero”, concluye Peyró.
Así las cosas, ¿qué impide a las empresas apostar de forma más decidida por la electrificación de sus flotas? Para Elena Peyró hay dos razones de peso.
Mayor precio
“Aunque los costes operativos de los vehículos eléctricos son más bajos, el precio de adquisición suele ser más alto en comparación con los vehículos de combustión interna. Esto puede ser un desafío, especialmente para las pequeñas y medianas empresas que quizás no cuentan con el capital necesario para hacer ese cambio de golpe”, explica.
Infraestructura de recarga
España todavía está muy por detrás en infraestructura de recarga pública, aunque la privada y la doméstica está bastante avanzada. Es cierto que, como señala Peyró, “la red de estaciones de recarga está creciendo rápidamente, pero aún existen áreas donde no es tan accesible o donde la infraestructura no está tan desarrollada”.
Sea como sea, y tal y como hemos explicado antes, los incentivos económicos y fiscales y las subvenciones y ayudas pueden reducir considerablemente esta inversión inicial. Si a ello añadimos las ventajas operativas, ambientales, energéticas y reputacional que supone apostar por la movilidad sostenible la balanza se inclina claramente a favor.