Con el paso de las décadas, la seguridad se ha convertido en uno de los ejes centrales de todo coche nuevo. Las marcas invierten enormes cantidades de dinero en desarrollar nuevas tecnologías que reduzcan la agresividad de los impactos de circulación. El objetivo es erradicar las muertes en accidentes de tráfico y fabricantes como Mercedes tienen mucho que decir al respecto. Los alemanes quieren demostrar que sus coches eléctricos son excelentes aliados para tal propósito y lo dejan patente a través de un crash-test impresionante con los dos extremos de su gama EQ.
Para aquellos que no lo sepan, Mercedes ha sido, junto con Volvo, una de las marcas que más ha hecho por ampliar la seguridad en los coches. Los alemanes tienen en su haber importantes patentes que, con el paso del tiempo, se han terminado convirtiendo en esenciales y obligatorias. El ejemplo más notable es el ESP, la ayuda electrónica que maximiza la tracción. Presentado en los 90 como un elemento opcional para el Mercedes Clase S, hoy todos los coches nuevos en Europa tienen la obligación de montarlo de serie. En muchos casos no es posible desactivarlo.
Pruebas en condiciones reales frente a otro coche en movimiento
Estructuras reforzadas, zonas de deformación programada, airbags, cinturones de seguridad, sistema eCall, asistentes a la conducción… Los coches de hoy en día cuentan con infinitas soluciones de seguridad activa y pasiva, pero su garantía no se demuestra hasta tener un accidente, algo que nadie desea en este mundo. Mercedes afirma que acaba de completar el primer crash-test real entre dos coches eléctricos. La prueba no podía haber estado más desnivelada, un Mercedes EQA de apenas 4,46 metros y 2.040 kilogramos de peso frente a un Mercedes EQS SUV de 5,12 metros y 2.695 kilogramos de masa en vacío.
Hay que ser conscientes de que todas las regiones del mundo evalúan la seguridad de todos los coches nuevos. Euro NCAP es el organismo público encargado de poner a prueba los vehículos en Europa. En 2019, certificaron al EQA de Mercedes con sus cinco estrellas de seguridad, resultando especialmente valioso para la protección de pasajeros adultos. Sin embargo, las pruebas son individuales. Es decir, los coches no se enfrentan a otros coches, sino a objetos en parado o en movimiento. En este caso, el EQS SUV no está parado, sino que se acerca a una velocidad de 56 km/h. Una velocidad a la que, como se puede ver, ya se generan daños contundentes.
A pesar de la aparatosidad de la prueba, los muñecos de choque, los dummies, apenas han mostrado señales evidentes de sufrir lesiones graves o mortales. Tras analizar más de 150 acelerómetros y sensores, los expertos de Mercedes aseguran que todos los implicados en el accidente saldrían por su propio pie de los coches. La deformación de la cabina es mínima y, lo que resulta más sorprendente, es que, tras el choque parcialmente frontall, as puertas se pueden abrir para dejar salir a los pasajeros. Este tipo de pruebas demuestra la efectividad de los sistemas pasivos de seguridad, pero también hay que tener en cuenta la cada vez mayor presencia de asistentes activos como el radar frontal o el asistente de frenada de emergencia.