Los coches eléctricos no generan emisiones contaminantes mientras circulan. Por esta razón, los coches eléctricos son muy necesarios para limpiar el aire de las grandes ciudades, cuyo tráfico genera actualmente altos niveles de polución. Sin embargo, la producción de electricidad sí lleva asociada generación de CO2 (dióxido de carbono), por tanto los coches eléctricos contaminan indirectamente, aunque mucho menos que uno de combustión. Y en este sentido, las diferencias entre países son sustanciales.
La invasión rusa en Ucrania ha provocado, entre otras muchas miserias, una reordenación del mercado energético europeo. La Unión Europea era muy dependiente del gas ruso, que sirve para calentar los hogares y alimentar industrias, sobre todo en los países más próximos a Rusia. Pero a raíz de la guerra, la Unión Europea impuso sanciones a Rusia para intentar bloquearla comercialmente, y ha reducido la cantidad de hidrocarburos (principalmente gas) que importaba del país que gobierna Putin.
Alemania ha sido uno de los países que más fuerte se ha posicionado en contra de las sanciones de la Unión Europea debido a los intereses propios que tenía en Rusia. Antes de la guerra, el país teutón importaba de Rusia casi dos terceras partes del gas que consumía a nivel nacional. Como el resto de miembros de la Unión, al final ha buscado alternativas: comprar gas a otros países (Estados Unidos ha sido uno de los grandes beneficiados) y reducir su consumo. Esto pasa por generar electricidad con otros métodos, y Alemania ha decidido que la mejor idea es generar su electricidad quemando carbón.
Si se puede sacar algo positivo de la guerra en Ucrania es que la Unión Europea ha sido consciente de su dependencia energética y ha tomado medidas para revertir la situación. La energía mueve el mundo y la Unión Europea estaba dejando el funcionamiento de sus motores en manos de otros. La Comisión europea ha puesto en marcha un plan «ambicioso, pero realista» con una inversión de 210.000 millones de euros para desconectarse de Rusia a nivel energético. El objetivo es impulsar la penetración de las energías renovables hasta duplicar la capacidad actual en 2030; desarrollar las infraestructuras de hidrógeno verde; aumentar el uso de biometano; mejorar las redes de distribución de electricidad, y adoptar sistemas de eficiencia energética. También se ha vuelto a poner sobre la mesa la energía nuclear, antes denostada por muchos países miembros.
«[El plan] REPower EU nos ayudará a ahorrar más energía, acelerar la eliminación gradual de los combustibles fósiles y poner en marcha inversiones en una nueva escala», señaló Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Entre las medidas propuestas, también se planteó aumentar la participación de las centrales de carbón y las nucleares en el mix energético. Mientras que las nucleares son una fuente de energía libre de dióxido de carbono, las de carbón son altamente contaminantes. Alemania ha apostado por las segundas.
En los últimos treinta días, el 34,9% de la electricidad alemana se ha producido a partir de carbón, siendo su principal fuente de energía. Como consecuencia, la generación de electricidad en Alemania es de las más contaminantes de toda la Unión Europea. En estos últimos treinta días, la producción de electricidad en Alemania ha generado 535 g CO2eq por kilovatio-hora. Cinco veces más que en España durante el mismo periodo (106 g CO2eq/kWh). La cosa no mejora mucho si tenemos en cuenta el último año, pues las emisiones siguen estando por encima de 500 g CO2eq/kWh, según datos de Electricity Maps.
Esto, lógicamente, tiene una repercusión inmediata en el uso de vehículos eléctricos: circular con un coche eléctrico en Alemania, el país europeo donde más coches de este tipo se venden, es cinco veces más contaminante que en España. El pasado mes de julio publicamos un artículo en el que calculamos en detalle cuánto CO2 genera indirectamente un coche eléctrico en España debido a la electricidad que necesita. Nuestro país tiene una producción bastante limpia, con un casi un 70% libre de emisiones, lo que hace que usar un coche eléctrico tenga un balance muy positivo. Sin embargo, el impacto medioambiental en Alemania, donde casi una cuarta parte de los coches nuevos que se venden son totalmente eléctricos, no es todo lo positivo que cabría esperar.
Los datos de emisiones generadas en España que proporciona Electricity Maps difieren ligeramente con respecto a los proporcionados por Red Eléctrica Española, y quizá pueda ocurrir lo mismo en el caso de Alemania. No obstante, se pueden hacer estimaciones aproximadas comparando la diferencia entre ambos países.
Teniendo en cuenta lo que contamina un coche medio de gasolina (sumando las emisiones directas y las indirectas generadas en la producción de la gasolina), se da la circunstancia de que, en Alemania, actualmente, circular con un coche eléctrico contamina sólo un 27% menos que un coche de gasolina. En el caso de España, un eléctrico contamina siete veces menos que uno de gasolina. Mientras que un coche de gasolina que consuma 6,5 l/100 km emite, aproximadamente, unos 17,6 kg de CO2 cada 100 km, un eléctrico que recargue en Alemania tiene asociadas, aproximadamente, unas emisiones indirectas de 12,8 kg de CO2 cada 100 km. Esto tiene otra consecuencia: se necesita recorrer muchos más kilómetros para compensar la contaminación generada por la batería del vehículo.
Pese a lo anterior, los eléctricos siguen aportando una ventaja fundamental en los núcleos urbanos: no emiten dióxido de carbono (CO2), monóxido de carbono (CO), óxidos de nitrógeno (NOx) ni partículas en suspensión (PM), con lo cual contribuyen a tener un aire de mejor calidad en las ciudades. A costa, eso sí, de otro lugar a varias decenas o unos cientos de kilómetros (donde esté la central de carbón o ciclo combinado), y del total de la atmósfera. Mientras tanto, en plena transición verde la UE, Alemania sigue apostando por abandonar la energía nuclear (aunque pospondrá el apagón previsto para el 31 de diciembre) en pro de quemar carbón.