En 2015, Enric Asunción fundó Wallbox, una empresa dedicada a la fabricación de cargadores para vehículos eléctricos. La experiencia que obtuvo trabajando previamente en Tesla, le sirvió para conocer las perspectivas sobre el crecimiento global del mercado de automóviles cero emisiones para su proyecto propio aplicando los métodos y procedimientos de la empresa que hoy domina este mercado.
Tras un crecimiento espectacular, llegó a salir a Bolsa en EEUU alcanzando en 2021 una cotización histórica de 3.000 millones de dólares, con acciones fluctuando en los 18 dólares. Sin embargo, en los últimos dos años ha sufrido diferentes varapalos, entre ellos una caída bursátil continuada hasta caer por debajo de los 300 millones de dólares, con un valor por acción de 1,5 dólares.
Una penetración de la electromovilidad que está siendo más lenta de lo esperado puede estar detrás de esta caída. No hay que olvidar que, pese a que en un principio Europa se había volcado en la desaparición de los vehículos de combustión, finalmente la presión de las voces disconformes derivó en una Euro 7 descafeinada y retrasada más allá de 2025. De manera que el fin de la comercialización de los motores térmicos no se espera ya hasta al menos 2035.
Con el objetivo de amortiguar el golpe, recientemente conocimos una ampliación de capital para aumentar el valor de la empresa, que llegó a poner las acciones a 1,82 dólares. Participaron Iberdrola, Orilla Asset Managment, Generac Power Systems y el propio CEO de Wallbox, Enric Asunción. Pero la situación en el mercado actual es clara.
Que no remonte la empresa española tiene mucho que ver con la lentitud de la evolución de la electromovilidad en Europa, donde Noruega, Países Bajos, Alemania, Francia, Reino Unido o Portugal dan buena cuenta de su apuesta por los coches eléctricos, con un crecimiento global por encima de los 25 puntos, que es la media europea.
En el lado opuesto encontramos a España, Italia, Hungría y República Checa, que cerraron el tercer trimestre, según datos de ANFAC, muy por debajo de esa media. Nuestro país, que es el mejor de los cuatro, apenas logra 13 puntos en el indicador total.
No extraña esta baja puntuación, visto que apenas contamos con algo más de 25.000 cargadores públicos para vehículos eléctricos o PHEV, cuando los expertos estiman que el ejercicio 2023 debería haber cerrado con un total de 45.000. Esta cifra sería la necesaria para lograr los objetivos marcados por Bruselas en el proyecto denominado ‘Fit for 55’.
Pero España también suspende en venta de eléctricos, pues cerró la temporada pasada con un total de 113.776 unidades vendidas, una cifra que incluye también automóviles híbridos enchufables. Supone un crecimiento importante respecto a 2022 del 48,47%, pero insuficiente para cumplir con los objetivos puestos a nivel europeo, que estimaban un resultado de 190.000 ventas electrificadas para ir equilibrando de cara a los próximos seis años.
No ha sido así y, en todo caso, estos vehículos representaron en 2023 una cuota de mercado en la industria del automóvil que no pasa del 6,5% en el caso de los PHEV y que fue del 5,7% para los 100% eléctricos. Choca, por ejemplo, con países como Noruega, donde más de la mitad de los coches que se comercializan utilizan sistemas de propulsión eléctricos, puros o híbridos enchufables.
Wallbox se queda, por tanto, a expensas de una electromovilidad en la que Europa, no sólo España, tiene que hacer los deberes. Por delante, quedan muchos objetivos por cumplir y la empresa especializada en sistemas de carga inteligente de coches eléctricos todavía tiene estrategias y acuerdos bajo la manga, algo que le podría valer para sortear la tormenta.